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viernes, 13 de abril de 2012

Reverón: La película. Un homenaje al cuerpo

Lo primero que te encuentras cuando empieza Reverón son los cuerpos, razón por la que considero esta obra como un canto al cuerpo. Los primeros diez minutos de la película se desarrollan a través del gesto y el lenguaje hablado no se muestra necesario para expresar el encuentro mágico entre dos seres que se acompañarán el resto de sus vidas. La película será impactada por estos diez minutos, en ella sólo lo necesario se expresará en palabras, será recorrida por la sencillez hermosa de una Juanita que ama desde lo más profundo de la tierra, junto a la complicada mente de un Armando que a través de la danza y la profunda mirada de quién como nadie supo captar la luz, nos muestra como se sumerge en ese “maremoto” en el que se convierte su mente.
La película sumerge al público en una dinámica de risa y llanto, que lo convulsiona a tal punto que al finalizar te paraliza buscando entender y al mismo tiempo poniendo en orden sus sentimientos. La sala será convertida en un teatro donde te encontrarás de todo, desde aquel que no comprende la locura y sólo la ve risible junto al periodista que la ve como un objeto de estudio, hasta el intelectual que se identifica con el personaje. Pero entre estos se presentará aquel que acosado por sus demonios vendrá a buscar en Reverón respuestas y comprensión de sí mismo, también está quien parece colocado por los creadores de la cinta para generar ambiente con su risa estridente, sus intempestivos aplausos y comentarios a todo gañote.
Finalmente es una obra que te hace sentir la vida en el cuerpo y más allá de las palabras.
Los locos son peligrosos porque cuando construyen su mundo nos muestran lo falsa y pobre que es la realidad en la que vivimos los cuerdos.

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