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viernes, 13 de abril de 2012

El compromiso orgánico.

25 de marzo de 2012         


La discusión con respecto a la transformación interna que debemos hacer en cada uno de nosotros lleva directamente a pensar el tipo de compromiso que asumen o deben asumir los teóricos de la izquierda. En este caso se presenta la idea de que ser un experto marxista o un “intelectual de izquierda”, no tiene necesariamente que ver con un compromiso real con los más necesitados y con la emancipación de los pueblos.
 No solo se trata de la unidad necesaria entre teoría revolucionaria y práctica revolucionaria, sino de que esta última tenga por contenido esencial esa profunda sensibilidad social que lamentablemente pocos intelectuales tienen. Muchos se asumen como la vanguardia, los dirigentes exclusivos, los que deben iluminar al pueblo; cuando de lo que se trata realmente es de acompañar a ese pueblo y ser orientado por él, porque son esas acciones el contenido final de toda reflexión.
Valdría la pena afirmar entonces la urgencia de ser un intelectual orgánico, porque esa organicidad hace referencia a la condición vital. Frente al intelectual de mármol, al elitismo académico que consagra su figura a ser una de esas vacas sagradas que deben ser consultadas sobre todos los temas, el intelectual comprometido palpita con la gente, camina codo a codo con los pueblos en su lucha, porque se integra orgánica-vitalmente a la lucha de los más necesitados.
Evita cristalizar las teorías, sacralizar a los autores, porque no le interesan los textos como un conjunto de ideas muertas, tanto por su invalidez, como por la pretensión de que sean esquemáticamente válidas en todo momento y contexto. No espera tampoco y teme profundamente que sus propias ideas terminen cobrando el carácter de sacrosanto manual para el cambio revolucionario.
Lo orgánico es lo vivo y en este sentido tanto el dirigente como el intelectual deben vitalizar sus acciones y actitudes. Cada una de ellas debe estar cargada de una profunda capacidad de sentir realmente los dolores y padecimientos de quienes necesitan que se exija el cambio de un sistema que no es capaz de mantenerse sobre la base de los niveles de explotación y humillación a los cuales se somete a la mayoría de la humanidad. En la medida en que éste sea el contenido de una teoría, será orgánica, viva y practicable, será una práctica teórica.
Manuel Azuaje Reverón.

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