Nos hemos acostumbrado a
eso que coloquialmente llamamos “pelón de bola”, pequeñas y a
veces grandes equivocaciones que vemos cometerse en las instituciones
públicas. Por su condición suelen ser espacios sin rostros, más
allá del ministro, director o presidente de institución, no sabemos
quienes son los otros funcionarios, muchas veces disfuncionales, que
toman las decisiones.
Es así que, algún(a)
compañero(a) atento en su trajín diario por el pasaje de la
transferencia entre Capitolio y El Silencio, se percató de la
colocación de unas calcomanías gigantes sobre las figuras
geométricas que decoran una de las paredes. Unas tortillas de maíz
con queso estaban ocupando el lugar que antes tuvieran los coloridos
triángulos, algunas veces observados y otras no, obra de la artista
Leonor Arraiz. Gracias a la atención del(a) compañero(a) tenemos una foto
del momento maravilloso en el que la publicidad vence a la cultura.