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jueves, 18 de abril de 2013

Normalizar el asesinato con objetivos políticos.



Desde el 14 de Abril hasta el día de hoy han sido asesinados 8 militantes de las fuerzas del chavismo, por el simple hecho de salir a defender sus espacios, a contrarrestar los ataques a sus instalaciones médicas y por expresar su opinión. Al menos esa es la cifra que ha sido reconocida oficialmente, pero se sabe de otros que no están en las listas y también han muerto en el contexto de violencia desatada.
Nosotros siendo gobierno hemos puesto los muertos, pero además hemos sido asediados, se ha sabido de varios casos donde las expresiones de odio se han hecho presente contra personas que expresan abiertamente su apoyo al presidente electo Nicolás Maduro; hostigamiento en las casas, han rayado las puertas con mensajes de odio, los mismos vecinos que tienen años conviviendo han rodeado residencias de personas.
Esta situación ha puesto a la luz la actitud silenciosa y complaciente de los adeptos de la oposición. La mayoría de los opositores de a pie con los que uno comparte han guardado silencio ante esas muertes, se han hecho la vista gorda, y un grupo grande ha optado por justificarlo, por responder con afirmaciones sobre la violencia producto de la delincuencia que se vive en el país, y otras razones que no vienen directamente al caso.
Esa respuesta por parte de los opositores es altamente peligrosa, porque es demostración de que hay una operación psicológica que ha calado, el asesinato de chavistas se justifica, cuando no abiertamente, con el silencio. Algunos han llegado a afirmar que es un producto de nuestro discurso, que es una venganza debido a una división generada por nosotros mismos.
Es grave esta justificación, no sólo porque la vida de cualquier ser humano tiene el mismo valor y ha de doler igual, sino porque ya gran parte del país está preparada mentalmente para ver con normalidad que esa situación suceda. Los enfrentamientos entre grupos en una situación de tensión, es relativamente normal y frecuente, ya lo hemos visto con anterioridad. Pero el asesinato sistemático de personas por el simple hecho de sostener una postura es algo absolutamente fuera de lo normal, la persecución y el hostigamiento selectivo por parte de grupos de un bando a individuos del otro cruza la fronteras hacia otra cosa.
Sin tener un conocimiento profundo de ciertos fenómenos en detalle, salta a la vista cómo el movimiento nacional socialista en Alemania procedió del mismo modo, generó todas las matrices de opinión para que el pueblo alemán viera con buenos ojos la persecución y genocidio de los judíos. En el Chile de Pinochet, se alzaron las banderas de la guerra contra el comunismo para justificar el asesinato de todos los que apoyaron a Allende. Son casos de cómo una sociedad fue complaciente con el asesinato político, cómo hizo la vista gorda la mayoría de los ciudadanos de un país, ante los horrores de la persecución y la desaparición de otros por el simple hecho de tener una postura “peligrosa”.
De esa forma se prepara a una parte de la sociedad para considerar que un sector es su enemigo, que una idea es un peligro para la paz, para la estabilidad. Del contrincante político se pasa al enemigo, por lo que debe ser eliminado para que el resto de la sociedad pueda mantener su paz y garantizar su futuro. Así se divide una sociedad entre quienes justifican y ejecutan abiertamente las persecuciones, y quienes con su silencio se hacen cómplices.
Nos encontramos aún en un contexto que debe ser visto políticamente, hay adversarios pero no enemigos, a los adversarios se les derrota por la vía de la política. Existen grupos que traspasan esa línea y habrá instrumentos para neutralizarlos, pero a aquellos que se les adversa hay formas de contraponérseles sin llegar a los términos de la muerte. En estos días la oposición se ha enfrentado con la policía, han tenido encuentros con grupos motorizados, pero no se ha vulnerado la vida de ninguno, de suceder habría de lamentarlo y exigir justicia.
Urge luchar contra esa normalización del asesinato, contra ese silencio, y advertir hacia dónde nos podríamos dirigir en un escenario planteado de ese modo. El campo estaría preparado para que (si se diera el caso), un gobierno persiga y asesine a otros, con la vista cómplice de la sociedad. Hago un llamado a los opositores para que reflexionen sobre esta situación.
Manuel Azuaje Reverón.

sábado, 6 de abril de 2013

Llorar y no sentirse solo. (Homenaje a los camaradas, a los hermanos).


           Se realizó el concierto en homenaje al comandante Hugo Chávez, y ahí nos fuimos, movilizados todos juntos, los camaradas, la juventud en la calle para escuchar al pacto, a Dame pa’ Matala y especialmente a Ska-p, quienes no venían desde hace mucho tiempo y  los esperábamos con ansias.
Veníamos de los puntos de campaña, ataviados con las camisas rojas, las gorras, o las cachuchas con la estrella roja, congregados para escuchar un homenaje sentido, un canto del amor y un grito rebelde de lucha. Todos juntos inundando una plaza recuperada en revolución, un espacio en el que nos reunimos aquel 5 de julio de 2011 para escuchar a la orquesta sinfónica Simón Bolívar.
Sonaron las bandas venezolanas y llegó Ska-p, preparado a todo voltio para romper con la apatía, para traernos un canto de rebelión, de coraje y lucha, desde la España acosada por la crisis del capitalismo. Sonaron las canciones y nos juntamos todos, puño en alto a cantar con toda la fuerza, “somos obreros la clase preferente”, “a la mierda reaccionarios me la suda todo lo que puedas cantar”, y así muchas letras del combate.
El concierto parece terminar, pero falta una canción, y entre los gritos se escucha el clamor, “El Libertador” “El Libertador”, la multitud pide una canción, por la que muchos fueron, la que todos esperaban con ansias. Reventó así “¡Adelante Comandante, grita fuerte con rotundidad, cuando el pueblo se sabe organizar es un pueblo sabio y libre!”.
Fue entonces, cuando como hermanos, como camaradas que lloran al mismo padre, nos abrazamos todos y cantamos, cantamos desde el alma. Y lloramos desde el corazón, desde lo profundo de nosotros, todos juntos, todos unidos por el gran sentimiento que significa el amor compartido. El dolor de miles retumbó en la plaza Diego Ibarra la noche del 6 de Abril.
Supimos así, lo que significa llorar y no sentirse solo, llorar de amor abrazado de los hermanos, voltear y mirar un rostro de donde fluyen lágrimas por la misma razón por la que brotan las tuyas. Esa clase de unidad, de hermandad profunda pocas veces se habrá de conseguir, sellando en dolor, dolor de amor mayor, una camaradería para toda la vida, el abrazo de saber que lloras pero no estás solo.
Ha sido así desde el 5 de Marzo, hemos llorado todos juntos, comprendiendo que ha empezado a fluir por nuestras venas un compromiso que nos une, que nos llama a luchar para honrar a quien lloramos. Nadie quería estar solo en casa, porque al salir sabía que tenía hermanos repartidos por todas las calles, que somos millones y estamos de pie, que nada nos detiene, el corazón roto se fortalece cuando esas millones de manos lo abrazan.
En este breve homenaje pido a mi conciencia y a la historia que me permita llegar a viejo con la misma bandera, la misma fuerza y los mismos hermanos, los camaradas para siempre, alzando juntos los puños, en un abrazo eterno.

Manuel Azuaje Reverón.


lunes, 1 de abril de 2013

De sumas, restas y otras arrogancias.



            En la política revolucionaria nunca se justifica la utilización de métodos de la derecha, las armas melladas del capitalismo. Bien, pero como revolucionarios debemos partir siempre desde lo concreto, desde una realidad conflictiva, la de la lucha de clases, la del enfrentamiento entre los intereses de los pobres y los que los quieren dominar.
            La vía a la transformación en nuestro país se ha asumido desde un carácter democrático, por las elecciones, desde un comienzo, y mientras la derecha en bloque ha utilizado todas las herramientas perversas para triunfar, el movimiento popular liderado por Chávez ha defendido ese carácter democrático y democratizador por demás.