El
que traiciona una vez lo hace dos y hasta tres.
El
día martes se llevó a cabo la sesión en la Asamblea Nacional donde se discutió
el caso Juan Carlos Caldera, pero fuera de los toma y dame al respecto, así
como la decisión a la que se llegó, interesa reflexionar sobre las palabras del
diputado por el partido comunista Oscar Figuera. William Ojeda tomó la palabra
más que para referirse al caso específico en discusión para hacer lo que él
llamó una defensa del pueblo de Petare, al que representa, considerando que
usarlo para como excusa de las acciones es inmoral, en sus palabras puso
hincapié en la gestión del Alcalde Ocariz en la que Caldera participa afirmando
que es la peor gestión que ha tenido el municipio, lo que provocó aplausos por
parte de la bancada revolucionaria.
Seguidamente,
tocó el turno al diputado comunista, quien aclaró desde un inicio no usar su
tiempo para responder a nadie y soltó “ni tampoco para aplaudir a nadie, a mi
me cuesta mucho aplaudir a quien salta de un lado para otro”. De inmediato
inició un conjunto de reflexiones con respecto a la raíz de lo que se estaba
discutiendo, sobre las cuales haré referencia al final, porque lo que motiva
estas palabras es lo anteriormente citado.
En
otros artículos se ha hecho advertencia con respecto a la hecatombe a lo
interno de la “unidad” opositora que sucederá tras la derrota del 7 de octubre,
ya hemos tenido varios ejemplos de uno de los fenómenos que traerá consigo esa
situación. Se producirá una emigración tal vez cuantiosa de políticos, algunos
que habiendo estado al lado del proceso revolucionario se alejaron por
intereses personales, demostrando la ausencia de cualquier tipo de principio
sólido y conducta ética, buscarán ahora regresar a las filas del gobierno
bolivariano. Ante esos saltos de talanquera de vuelta es necesario que sigamos
el ejemplo de Figuera y en vez de aplaudirlos, estemos muy alerta sobre las
actuaciones de esos personajes, porque dentro de este proceso necesitamos
liderazgos reales, consecuentes con principios liberadores, que pongan los
intereses colectivos ante los intereses personales y no al revés.
Ya
por la red circulan artículos impulsando la incorporación de David de Lima al
PSUV y su candidatura a la gobernación de Anzoátegui, sabemos que William Ojeda
ha expresado su intención de lanzarse como independiente a la alcaldía del
municipio Sucre (lo que realmente motiva sus comentarios sobre Ocariz) y
llovieron los halagos por las declaraciones de Hermann Escarrá, antes de que
ratificara su apoyo a Capriles, por lo que esta advertencia no está fuera de
lugar.
Es necesario que quienes piensen establecer
alianzas sean capaces de distinguir entre alianzas tácticas y alianzas
estratégicas. Siendo que, este proyecto se propone un cuerpo de
transformaciones a largo plazo y no simplemente triunfos electorales coyunturales,
debe haber claridad sobre cuáles aliados son tácticos, de forma circunstancial
en el marco de una batalla cercana, y cuáles son las alianzas que se habrán de
establecer en el marco de la estrategia final, correspondiente a las
transformaciones estructurales que son necesarias que se hagan, la construcción
de la sociedad post-capitalista. De igual modo, el pueblo organizado, los
movimientos populares deben también tener incluso mayor claridad respecto a
quienes son sus aliados claves a la larga y quién puede resultar un
traidor. Porque quien traiciona una vez
lo hace dos y hasta tres.
Por
último, se pueden apuntar elementos del resto de las palabras de Oscar Figuera,
que se enmarcan en lo que se ha venido exponiendo. Lo que se encuentra en la
raíz del caso de Juan Carlos Caldera es un tipo de hacer política,
clientelista, que se postra a los pies del gran capital y que finalmente no
está sino a su servicio, es la manera como la lógica mercantil del capitalismo
impregna la política. Donde todo se compra y todo se vende así mismo se cotiza
la conciencia y el compromiso, unos cuantos billetes motivan las conductas, el
que es pagado pasa inmediatamente a convertirse en un representante, un
empleado de su financista. Por eso, una política donde impera la anti-ética de
la explotación es la que debe ser derrotada por una nueva política de la
emancipación. Pero este discurso sabemos no tiene como objeto nada más los
sectores opositores, sino que va dirigido a todo aquel que piensa el quehacer
político desde su interés y que termina sucumbiendo a la lógica del capital.
Como dijera Figuera, casos como éste deben ser útiles para el aprendizaje del
pueblo.
Manuel Azuaje Reverón.o que no se vera.
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