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viernes, 21 de septiembre de 2012

El ejemplo de Oscar Figuera.

El que traiciona una vez lo hace dos y hasta tres.

El día martes se llevó a cabo la sesión en la Asamblea Nacional donde se discutió el caso Juan Carlos Caldera, pero fuera de los toma y dame al respecto, así como la decisión a la que se llegó, interesa reflexionar sobre las palabras del diputado por el partido comunista Oscar Figuera. William Ojeda tomó la palabra más que para referirse al caso específico en discusión para hacer lo que él llamó una defensa del pueblo de Petare, al que representa, considerando que usarlo para como excusa de las acciones es inmoral, en sus palabras puso hincapié en la gestión del Alcalde Ocariz en la que Caldera participa afirmando que es la peor gestión que ha tenido el municipio, lo que provocó aplausos por parte de la bancada revolucionaria.

Seguidamente, tocó el turno al diputado comunista, quien aclaró desde un inicio no usar su tiempo para responder a nadie y soltó “ni tampoco para aplaudir a nadie, a mi me cuesta mucho aplaudir a quien salta de un lado para otro”. De inmediato inició un conjunto de reflexiones con respecto a la raíz de lo que se estaba discutiendo, sobre las cuales haré referencia al final, porque lo que motiva estas palabras es lo anteriormente citado.
En otros artículos se ha hecho advertencia con respecto a la hecatombe a lo interno de la “unidad” opositora que sucederá tras la derrota del 7 de octubre, ya hemos tenido varios ejemplos de uno de los fenómenos que traerá consigo esa situación. Se producirá una emigración tal vez cuantiosa de políticos, algunos que habiendo estado al lado del proceso revolucionario se alejaron por intereses personales, demostrando la ausencia de cualquier tipo de principio sólido y conducta ética, buscarán ahora regresar a las filas del gobierno bolivariano. Ante esos saltos de talanquera de vuelta es necesario que sigamos el ejemplo de Figuera y en vez de aplaudirlos, estemos muy alerta sobre las actuaciones de esos personajes, porque dentro de este proceso necesitamos liderazgos reales, consecuentes con principios liberadores, que pongan los intereses colectivos ante los intereses personales y no al revés.
Ya por la red circulan artículos impulsando la incorporación de David de Lima al PSUV y su candidatura a la gobernación de Anzoátegui, sabemos que William Ojeda ha expresado su intención de lanzarse como independiente a la alcaldía del municipio Sucre (lo que realmente motiva sus comentarios sobre Ocariz) y llovieron los halagos por las declaraciones de Hermann Escarrá, antes de que ratificara su apoyo a Capriles, por lo que esta advertencia no está fuera de lugar.
 Es necesario que quienes piensen establecer alianzas sean capaces de distinguir entre alianzas tácticas y alianzas estratégicas. Siendo que, este proyecto se propone un cuerpo de transformaciones a largo plazo y no simplemente triunfos electorales coyunturales, debe haber claridad sobre cuáles aliados son tácticos, de forma circunstancial en el marco de una batalla cercana, y cuáles son las alianzas que se habrán de establecer en el marco de la estrategia final, correspondiente a las transformaciones estructurales que son necesarias que se hagan, la construcción de la sociedad post-capitalista. De igual modo, el pueblo organizado, los movimientos populares deben también tener incluso mayor claridad respecto a quienes son sus aliados claves a la larga y quién puede resultar un traidor.  Porque quien traiciona una vez lo hace dos y hasta tres. 
Por último, se pueden apuntar elementos del resto de las palabras de Oscar Figuera, que se enmarcan en lo que se ha venido exponiendo. Lo que se encuentra en la raíz del caso de Juan Carlos Caldera es un tipo de hacer política, clientelista, que se postra a los pies del gran capital y que finalmente no está sino a su servicio, es la manera como la lógica mercantil del capitalismo impregna la política. Donde todo se compra y todo se vende así mismo se cotiza la conciencia y el compromiso, unos cuantos billetes motivan las conductas, el que es pagado pasa inmediatamente a convertirse en un representante, un empleado de su financista. Por eso, una política donde impera la anti-ética de la explotación es la que debe ser derrotada por una nueva política de la emancipación. Pero este discurso sabemos no tiene como objeto nada más los sectores opositores, sino que va dirigido a todo aquel que piensa el quehacer político desde su interés y que termina sucumbiendo a la lógica del capital. Como dijera Figuera, casos como éste deben ser útiles para el aprendizaje del pueblo.  
 Manuel Azuaje Reverón.o que no se vera.

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