En Venezuela se libra una batalla campal. Pero el escenario en el
cual se da esta lucha no es precisamente el campo tradicional de un
conflicto armado. La información es una herramienta fundamental a la
hora de lograr el control político, la verdad se ha difuminado en
las pantallas de televisión, los titulares sensacionalistas, en los
programas de radio que despiertan a los ciudadanos preparándolos
para la actitud que deben asumir al salir de casa.
La derecha mundial, los políticos neoliberales, los partidos
nacionalistas conservadores, los socialdemócratas etc., son el brazo
instrumental de los sectores económicos para consolidar sus espacios
de poder. Pero esta alianza estratégica, clave en el control y
dominación de los pueblos, no llega a ningún lado sin un sector
fundamenta, el llamado “cuarto poder”, los medios de
comunicación.
La ideología es comprendida en algunos casos como falsa conciencia, en
otros como cuerpo de ideas y representaciones de un sector social
determinado. Pero lo cierto más allá de las discusiones
conceptuales, es que aquellos que pretenden dominar en una sociedad,
deben garantizar un control de los pensamientos, hacer pasar sus
intereses como si fueran los de la totalidad de los habitantes. Para
ello usan todas las herramientas a la mano, entre ellas los medios de
comunicación masivos y las plataformas de entretenimiento.
El mensaje que quieren transmitir los sectores hegemónicos, la mentira
dicha mil veces que les permite conservar su control, tiene unas
formas específicas, son las que le permiten lograr su objetivo de
manera eficiente, llevar su concepción de mundo a la mayor cantidad
de personas posible. Esas formas son las que se enseñan en las
academias, las herramientas que se han transmitido bajo un manto
objetivo y universal. Se hacen pasar como si fueran las únicas que
hacen posible la comunicación.
Siempre es más fácil mantenerse en la oscuridad de la ignorancia, que en la
claridad cegadora de la verdad revolucionaria. Esta idea la vemos
latente en el manejo mediático de las información, las formas
actuales de la comunicación responden a un mensaje que buscan
encubrir los hechos, construir y legitimar a los dominadores de
siempre. El mensaje nos rodea, nos es bombardeado de cientos de
formas, desde que nacemos estamos recibiendo la idea de un mundo que
“es como es y no puede ser cambiado”.
Por supuesto que si desde nuestro nacimiento, empezamos a recibir por
distintas vías los contenidos de la historia de los ganadores, el
relato de la dominación, no es para nada extraño que todos los
nuevos complementos sean fácilmente digeribles una vez que tienen el
terreno preparado. Se trata de siglos de un mensaje que ha generado
su sedimento en una sociedad. Esta es la principal razón de que el
mensaje revolucionario, el develamiento de las mentiras que
sistemáticamente hemos venido recibiendo durante siglos, es tan
complicado de asimilar.
Sumado a este hecho, el combate por el establecimiento de una
sociedad distinta, que necesariamente debe pasar por adquirir cada
vez con mayor fuerza una nueva conciencia, se da en un terreno en el
que la izquierda no ha establecido las reglas del juego. La lucha
empieza con todas las condiciones en contra, porque el terreno está
domado y controlado. Las escuelas de comunicación social o
periodismo, vienen estructuradas de manera tal que funcionan para que
el mensaje de la dominación llegue forma eficiente.
Recientemente el presidente Mujica recomendaba al el gobierno venezolano que se
concentrara en trabajar, en resolver los problemas más urgentes de
la población, para ello debía dejar de invertir tantos esfuerzos en
una polémica mediática, que no trae sino el agotamiento en un
terreno que como hemos dicho, manejan a la saciedad los sectores de
la derecha. A buena hora llegaba esta recomendación, pero parece no
haber sino tomada en cuenta, porque seguimos enfrascados en una
dinámica de declaraciones mediáticas.
Siguiendo el razonamiento de Mujica, es un error peligroso seguir
dando la batalla en ese terreno y con unas condiciones impuestas. Una
lucha mediática se expone a que la polémica se transforme en un
show, que es alimentado por la mentalidad morbosa que ha sido
cultivada por la televisión tradicional. Ahí siempre será la
derecha la que salga favorecida, porque es su espacio natural, son
sus formas de transmitir el mensaje y sus métodos.
La lucha revolucionaria que debemos librar se debe hacer en los
espacios concretos de transformación, trabajando para lograr
resolver los problemas de todos los que son excluidos. Para ello es
necesario trabajar directamente en la consolidación de un sistema
eficiente de gestión, en ese sentido vamos avanzando. Es ahí en lo
concreto donde se construye el socialismo, porque es el lugar donde
se produce la transformación que luego podrá ser llevada al espacio
de lo comunicacional.
Si no logramos eso, la dinámica de la polémica mediática nos sigue
consumiendo las fuerzas, porque los medios de comunicación, las
pantallas de televisión no son un tribunal. Las denuncias tan graves
como los planes de magnicidio, el saboteo en Amuay, el golpe
eléctrico, los actos de corrupción, los asesinatos posteriores a
las elecciones, no se pueden quedar en una rueda de prensa, en los
titulares del periódico y un programa de televisión. De ser así,
estamos restringiéndonos a un espacio donde salimos mal parados.
Finalmente sucede que la militancia así como el pueblo en general,
dejan de prestar atención a las noticias y terminan perdiendo
seriedad.
Aún habiendo dicho lo anterior, es fundamental que se de un combate
por las ideas, en el terreno de la comunicación, de las verdades
revolucionarias, desenmascarando las mentiras que a diario se generan
desde laboratorios mediáticos. Pero para que logremos salir
triunfantes tenemos que crear el terreno y lograr que la derecha se
vea obligada a entrar en él. Generar nuevas formas para transmitir
el mensaje, para así de una vez por todas poder desechar
herramientas que funcionan exclusivamente para sostener la
dominación.
Manuel Azuaje Reverón.
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