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martes, 17 de septiembre de 2013

Después no se hagan los locos




Henrique Capriles, convertido en líder de la oposición luego de un gran esfuerzo propagandístico, representa una parte importante de los intereses de la dirigencia opositora. Vinculado públicamente a “Tradición, Familia y Propiedad”, grupo de ultraderecha que operó en Venezuela en los años 90's, nunca desmintió esos señalamientos. El dirigente de esa organización Alejandro Peña Esclusa es un activo miembro de la MUD y asesor de Capriles en las últimas campañas (seguramente desde mucho antes).

El joven, hijo de dos familias empresariales es lanzado como candidato a diputado al congreso por el Estado Zulia, producto de las negociaciones de cargos logra un curúl sin haber pisado esa tierra, entra a la política para representar a los empresarios. Los sectores económicos garantizan que uno de sus hijos se abra camino, representando un ejemplo de lo peor de una forma de hacer política que se niega a morir. 


En el año 2002 todos fuimos testigos (aunque algunos continúen negándose a recordarlo) de la estrategia de la oposición venezolana para retomar el poder perdido. Fueron capaces de planificar la masacre de ciudadanos, entre ellos sus propios simpatizantes convocados a la trampa. Usaron los más temibles instrumentos para llevar a cabo su plan y alcanzar sus objetivos.

Durante las horas siguientes vimos a los mismos rostros que hoy pretenden mandar y que en muchos casos ocupan cargos de elección pública, desmantelar todos los poderes, derogar la constitución que pisotearon hasta hace un par de años, utilizar los mecanismos de seguridad como bandas mercenarias para reprimir protestas. En este contexto, el joven alcalde de Baruta junto su colega, el alcalde de Chacao Leopoldo López, pusieron sus policías a servicio del “nuevo gobierno” para ejecutar acciones extrajudiciales. De igual manera, el alcalde ahora “líder”, asedió territorio internacional, intentó asaltar una embajada protegida por la Convención de Viena de 1961.

Ocho meses después, la oposición venezolana se lanzó un paro nacional, que tenía como objetivo agotar a la población para que a través de la presión desalojaran a Chávez de la presidencia. Es decir que, de nuevo pretendieron matar al pueblo de hambre para lograr sus objetivos, querían destruir la economía nacional, porque tal parece que si no va a ser de ellos no será de nadie. En términos éticos, es claro que no hay ningún criterio que ponga como límite la vida humana de los ciudadanos, son utilizados como medios para fines particulares.

En los años posteriores vivimos la movilización permanente fuera del marco constitucional, las guarimbas fueron su más clara expresión, una especie de autosecuestro en las urbanizaciones de la clase media, contexto que produjo varias muertes. Finalmente, los sectores más radicales de la derecha venezolana tomaron para sí el control de la MUD, situación que ha sido denunciada por otros miembros de la oposición.

El periodista Romain Migus analizó en detalle el plan de gobierno que estableció la dirigencia opositora y que fue asumido como proyecto en la campaña de octubre de 2012. Se desenmascaró el carácter neoliberal de los objetivos políticos que abiertamente planteaba la oposición, lo cual fue dado a conocer de manera sintetizada en una publicación impresa en miles de ejemplares y colocada en la web. Curiosamente, la segunda campaña del candidato Capriles se centró mucho más en lo discursivo, dejando de lado lo programático.

El candidato Capriles en sus dos campañas presidenciales, nunca hizo referencia a sus gestiones anteriores (primero como alcalde y luego como gobernador). Dejó de lado el hecho de que venía ocupando cargos públicos desde antes que el propio presidente Chávez, tal vez por el deseo de hacerse pasar como algo nuevo y juvenil. Dos períodos como alcalde y uno como gobernador, parecen no haber sido suficiente para que el candidato demostrara su capacidad como gestor. Si por azar se preguntaba a un simpatizante de Capriles por alguna obra realizada en sus época como jefe regional y local, la respuesta era un silencio incómodo.

Una vez que perdió por segunda vez, Capriles y varios miembros de la oposición emprendieron una gira por América Latina, la cual tenía como principal objetivo deslegitimar las elecciones realizadas. La visita a Chile resultó particularmente reveladora, ya que el gobernador se reunió con los principales representantes del pinochetismo, la derecha latinoamericana más oscura y agresiva, responsable de más de 40 mil víctimas. Las fotos de Capriles sonriente acompañado de Patricio Aylwin, Jovino Novoa y Patricio Melero Abaroa, circularon por la prensa así como los medios digitales.

No basta con enumerar en detalle esta cronología de la oposición venezolana y su actual cara visible Henrique Capriles, quien a su vez es el rostro representativo de los sectores de derecha más radicales en la MUD. Ante los intentos por presentarse como unos ambiguos izquierdistas, es necesario recordar una y otra vez las vinculaciones de la oposición con quienes representan el pasado y presente más oscuro de nuestra región. Sobre todo dejar un testimonio escrito, por si alguna vez los que apoyan a estos personajes pretenden afirmar que fueron engañados, que se equivocaron por desinformación.

No evadan su responsabilidad cuando esta oposición, si logra llegar al poder, se reparta los espacios entre los empresarios, negocie los cargos en salones oscuros, privatice las empresas estatales y los servicios, reduzca al mínimo la inversión social por considerarla gasto, haga alianzas con los gobiernos de derecha en la región, reprima violentamente a quienes se le opongan, o llegue a perseguir y desaparecer a la disidencia. Cuando la oposición sea coherente con su accionar pasado y presente, cuando cumpla con lo que hemos denunciado en numerosas ocasiones, no vayan a hacerse los locos.

Manuel Azuaje Reverón.

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