Henrique Capriles, convertido en líder de la oposición luego de un gran
esfuerzo propagandístico, representa una parte importante de los
intereses de la dirigencia opositora. Vinculado públicamente a
“Tradición, Familia y Propiedad”, grupo de ultraderecha que
operó en Venezuela en los años 90's, nunca desmintió esos
señalamientos. El dirigente de esa organización Alejandro Peña
Esclusa es un activo miembro de la MUD y asesor de Capriles en las
últimas campañas (seguramente desde mucho antes).
El joven, hijo de dos familias empresariales es lanzado como candidato a
diputado al congreso por el Estado Zulia, producto de las
negociaciones de cargos logra un curúl sin haber pisado esa tierra,
entra a la política para representar a los empresarios. Los sectores
económicos garantizan que uno de sus hijos se abra camino,
representando un ejemplo de lo peor de una forma de hacer política
que se niega a morir.
En el año 2002 todos fuimos testigos (aunque algunos continúen negándose
a recordarlo) de la estrategia de la oposición venezolana para
retomar el poder perdido. Fueron capaces de planificar la masacre de
ciudadanos, entre ellos sus propios simpatizantes convocados a la
trampa. Usaron los más temibles instrumentos para llevar a cabo su
plan y alcanzar sus objetivos.
Durante las horas siguientes vimos a los mismos rostros que hoy pretenden
mandar y que en muchos casos ocupan cargos de elección pública,
desmantelar todos los poderes, derogar la constitución que
pisotearon hasta hace un par de años, utilizar los mecanismos de
seguridad como bandas mercenarias para reprimir protestas. En este
contexto, el joven alcalde de Baruta junto su colega, el alcalde de
Chacao Leopoldo López, pusieron sus policías a servicio del “nuevo
gobierno” para ejecutar acciones extrajudiciales. De igual manera,
el alcalde ahora “líder”, asedió territorio internacional,
intentó asaltar una embajada protegida por la Convención de Viena
de 1961.
Ocho meses después, la oposición venezolana se lanzó un paro
nacional, que tenía como objetivo agotar a la población para que a
través de la presión desalojaran a Chávez de la presidencia. Es
decir que, de nuevo pretendieron matar al pueblo de hambre para
lograr sus objetivos, querían destruir la economía nacional, porque
tal parece que si no va a ser de ellos no será de nadie. En términos
éticos, es claro que no hay ningún criterio que ponga como límite
la vida humana de los ciudadanos, son utilizados como medios para
fines particulares.
En los años posteriores vivimos la movilización permanente fuera del
marco constitucional, las guarimbas fueron su más clara expresión,
una especie de autosecuestro en las urbanizaciones de la clase media,
contexto que produjo varias muertes. Finalmente, los sectores más
radicales de la derecha venezolana tomaron para sí el control de la
MUD, situación que ha sido denunciada por otros miembros de la
oposición.
El periodista Romain Migus analizó en detalle el plan de gobierno que
estableció la dirigencia opositora y que fue asumido como proyecto
en la campaña de octubre de 2012. Se desenmascaró el carácter
neoliberal de los objetivos políticos que abiertamente planteaba la
oposición, lo cual fue dado a conocer de manera sintetizada en una
publicación impresa en miles de ejemplares y colocada en la web.
Curiosamente, la segunda campaña del candidato Capriles se centró
mucho más en lo discursivo, dejando de lado lo programático.
El candidato Capriles en sus dos campañas presidenciales, nunca hizo
referencia a sus gestiones anteriores (primero como alcalde y luego
como gobernador). Dejó de lado el hecho de que venía ocupando
cargos públicos desde antes que el propio presidente Chávez, tal
vez por el deseo de hacerse pasar como algo nuevo y juvenil. Dos
períodos como alcalde y uno como gobernador, parecen no haber sido
suficiente para que el candidato demostrara su capacidad como gestor.
Si por azar se preguntaba a un simpatizante de Capriles por alguna
obra realizada en sus época como jefe regional y local, la respuesta
era un silencio incómodo.
Una vez que perdió por segunda vez, Capriles y varios miembros de la
oposición emprendieron una gira por América Latina, la cual tenía
como principal objetivo deslegitimar las elecciones realizadas. La
visita a Chile resultó particularmente reveladora, ya que el
gobernador se reunió con los principales representantes del
pinochetismo, la derecha latinoamericana más oscura y agresiva,
responsable de más de 40 mil víctimas. Las fotos de Capriles
sonriente acompañado de Patricio Aylwin, Jovino Novoa y Patricio
Melero Abaroa, circularon por la prensa así como los medios
digitales.
No basta con enumerar en detalle esta cronología de la oposición
venezolana y su actual cara visible Henrique Capriles, quien a su vez
es el rostro representativo de los sectores de derecha más radicales
en la MUD. Ante los intentos por presentarse como unos ambiguos
izquierdistas, es necesario recordar una y otra vez las vinculaciones
de la oposición con quienes representan el pasado y presente más
oscuro de nuestra región. Sobre todo dejar un testimonio escrito,
por si alguna vez los que apoyan a estos personajes pretenden
afirmar que fueron engañados, que se equivocaron por desinformación.
No evadan su responsabilidad cuando esta oposición, si logra llegar al
poder, se reparta los espacios entre los empresarios, negocie los
cargos en salones oscuros, privatice las empresas estatales y los
servicios, reduzca al mínimo la inversión social por considerarla
gasto, haga alianzas con los gobiernos de derecha en la región,
reprima violentamente a quienes se le opongan, o llegue a perseguir y
desaparecer a la disidencia. Cuando la oposición sea coherente con
su accionar pasado y presente, cuando cumpla con lo que hemos
denunciado en numerosas ocasiones, no vayan a hacerse los locos.
Manuel
Azuaje Reverón.
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