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martes, 27 de agosto de 2013

¿Dónde se hace la crítica?



Últimamente hemos visto un crecimiento de la crítica hacia la forma como se está llevando a cabo el proceso político en nuestro país y que ahora lidera Nicolás Maduro. Esta crítica suele hacerse con distintos tipos de intensidad, desde consideraciones suaves respecto a aquello que se observa va mal y debe ser corregido, hasta los que con agresividad señalan y sostienen que ya prácticamente el legado de Chávez está siendo traicionado.

De nuevo urge pensar varios temas sobre el papel de la crítica y dónde se hace. Para que eso sea posible es necesario superar las limitaciones que impiden el diálogo y debate, no podemos acusar a todo aquel que no comparte nuestra visión de encontrarse en las antípodas de la misma. En este caso se trata de la posición desde la cual o consideras que todo debe ser criticado en cualquier momento, o eres una persona pasiva que no critica nada y criminaliza la crítica.
¿Cuál es la función de la crítica? El papel principal que cumple es señalar aquello con lo que no se está de acuerdo, marcar distancia frente a una situación. Pero en la circunstancia revolucionaria, suponemos que debe servir para que podamos identificar aquellas cosas que se están haciendo mal, para rectificar y profundizar. Es decir, tiene como función permitir que el avance de los procesos.



Es necesario saber que el hecho de criticar no quiere decir que la crítica tenga que ser automáticamente válida, ni que sea pertinente en el momento. En todo caso, es preciso que entre en diálogo con otras posiciones, especialmente con la que está siendo criticada, para que se puedan aclarar cada uno de los elementos puestos en debate.

Una de las principales situaciones que sucede con la crítica es que funciona como catarsis, como un grito desesperado al viento cuando se siente que hay algo fundamental que se debe decir. Es un acto individual que termina por satisfacer directamente al que lo hace, que en lo inmediato se siente liberado de una carga.

La crítica planteada de este modo es la que se está haciendo cada vez con mayor intensidad en las redes sociales, la palabra de quienes sienten que no se les escucha, que necesitan decir lo que ven mal porque temen que el proceso se estanque. Pero en sí misma, esta forma de reclamo es estéril, porque de ella no se sigue la rectificación, la solución del problema, queda en la invisible red del Internet, para posiblemente, ser leída una y otra vez, satisfaciendo al que la hace pero sin alcanzar más allá.

La esterilidad de la crítica como catarsis no significa necesariamente que no tenga un efecto concreto, en lo inmediato parece que la ausencia de comprensión del momento está siendo aprovechado por la derecha. Por los sectores que esperan con ansias el fin del proceso de cambio, que se alimentan permanentemente de esa catarsis, cuando no se divierten, sus estrategas la usan directamente en su favor.

Esto no sugiere que no se deba decir lo que está mal, que no sea necesario ni importante exigir que se rectifiquen los errores cometidos. Pero si es importante saber que para que los cambios vengan, para que la crítica consiga que hagan transformaciones en la dirección indicada, debe hacerse en los espacios orgánicos adecuados, en donde sea vinculante a la toma de decisiones respectivas.

Lo más seguro es que esos espacios se deban pelear, hay que crearlos y luchar para que formen parte de todas las estructura donde se toman las decisiones. Porque la clave de la crítica es que entre en diálogo en el espacio adecuado, que pueda ser contrastada. La discusión de la crítica es mucho más esencial que la crítica realizada individualmente y colgada en una página Web.

Estas palabras no pretenden ser una censura a la crítica, al contrario, son tan sólo un llamado de atención que espera ser leído y tomado en cuenta por aquellos que están interesados en este tema. Seguro es fundamental expresar el descontento, desahogar la molestia, y sin duda la ausencia de espacios concretos para hacerlo genera que se hagan en los que no son del todo adecuados. Finalmente, se llama a ser menos arrogantes a la hora de señalarnos, estamos juntos en la misma lucha.

Manuel Aguaje Reverón.

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