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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Olympus has fallen. El terrorismo eficiente toma la casa blanca.


En marzo se estrenó la película Olympus has fallen de Antoine Fuqua (director de Shooter y Trainig Day). Una nueva cinta de acción protagonizada por Gerard Butler, con los mismos elementos de cualquier thriller violento norteamericano, mucho fuego cruzado, destrucción y efectos especiales por todos lados, actuaciones medianamente buenas (propias del género) y escenarios realistas.

Es sabido que la industria cinematográfica de Hollywood es uno de los principales brazos de la batalla cultural que se desarrolla en nuestros días. Las películas bélicas realizadas por el imperio del cine más grande y productivo económicamente del mundo no tienen como fin único entretener. El cine enfocado en los ataques terroristas tiene un mensaje muy claro, mantener el control de los ciudadanos a través del miedo, por ello se afirma con certeza “nos implantan el miedo para vendernos seguridad”. 


El principal consumidor de estas películas es el público norteamericano, cuyas asistencias masivas a las salas de cine le rinde millonarios dividendos a la industria cinematográfica. En la guerra por el control ideológico los estadounidenses son el principal objeto del mercado, los productos son creados pensando en ellos. Esta verdad no elimina el hecho de que al final todos seamos consumidores de estas películas y sus mensajes. En el caso de Olympus has fallen hay en ella un conjunto de elementos que resultan curiosos para desentrañar las ideas que nos quieren implantar.

El argumento central de la película consiste en un ataque directo a la Casa Blanca, planificado por un grupo terrorista norcoreano, vinculado al “oscuro gobierno comunista de Kim Jong Un”. La agresión se produce por aire y tierra logrando en la primera media hora de filmación hacerse con el control de la sede del gobierno de Estados Unidos, secuestrar al presidente, a la secretaria de Estado y al Jefe de Estado Mayor.

Una capital vulnerable

El primer mensaje y el más fundamental de toda la película apunta a la vulnerabilidad del centro de poder de Estados Unidos, el lugar más protegido del mundo es atacado y tomado en menos de 13 minutos. Un avión militar es capaz de pasar todas las medidas de seguridad y ametrallar la casa blanca junto a los alrededores. Estas imágenes suponen que es posible atacar el núcleo del poder de los norteamericanos, el símbolo de la presidencia, la supuestamente invulnerable “Casa Blanca”.


La idea de que íconos importantes y simbólicos de la política norteamericana pueden ser atacados ya se experimentó en la realidad en los sucesos de 2001, cuando el centro del sistema financiero mundial fue atacado por vía aérea, ante los ojos de los habitantes de Nueva York y de todos los que observaban por televisión.

La política y el discurso de Estados Unidos sobre la seguridad nacional se han centrado en la posibilidad de un ataque inminente dentro de su propio territorio. Sobre la base de esa posibilidad se ha secuestrado la libertad de los ciudadanos norteamericanos dentro de su país, son víctimas de un espionaje permanente y del control por parte de un gobierno que “sólo quiere protegerlos”. Para esa política es fundamental la presencia constante de un ataque en la mentalidad de sus ciudadanos, para ello hay que mantener la idea viva a través de todos los medios.

Todos son el objetivo 
 

Durante el ataque a Washington por parte del avión militar no sólo se dispara contra la Casa Blanca, sino que se destruyen íconos importantes tales como el monumento a George Washington (que no suele sobrevivir a ninguna película bélica que tenga lugar en la capital norteamericana). Pero el ataque se complementa con largas escenas, donde se ve cómo desde el avión se ametrallan sin distinción a los ciudadanos, produciéndose un caos similar al que genera un bombardeo sobre cualquier ciudad.

Los habitantes corren desesperados mientras son masacrados desde al aire, se hace hincapié en estas imágenes donde se ve con claridad cómo caen civiles por todos lado, no porque estén ubicados en el lugar del ataque sino porque son objeto intencional del crimen. En lo que avanza la película se ve el interior de los hospitales en una situación de guerra total, donde no hay forma de discriminar entre civiles y militares. Se trata de una “guerra dentro de la casa”.

No es común presenciar escenas de acción donde se arremeta de esa forma contra la población civil. Incluso en escenas de alto nivel de violencia suele no verse que se dispare intencionalmente contra civiles, llega a parecer absurdo que en persecuciones o tiroteos en medio de la calle ningún civil resulte herido o muerto. Pero en este caso no se trata de un caso aislado, las imágenes están ahí con un sentido.

Un ataque inminente en el núcleo de la capital estadounidense producirá sin dudas víctimas fatales, es parte del mensaje de miedo dejar claro que si “el terrorismo” ataca, se generará una situación de caos en la cual serán asesinados cientos de civiles. Tratándose de terroristas que odian Estados Unidos dispararán intencionalmente contra todos los que puedan.

El terrorismo inteligente y sus aliados izquierdistas.

En cuanto a los terroristas, se trata de un grupo norcoreano liderado por un temible personaje que se infiltra en la seguridad del primer ministro de Corea del Sur. Un protagonista cuyo rostro es desconocido con anterioridad al ataque, vinculado a varios atentados en Corea del Sur e Inglaterra. Se podrá notar que pese a tener una historia que determine su odio hacia Estados Unidos (el asesinato de su madre), tiene muy claro los objetivos políticos del ataque.

La consigna principal está dirigida al dominio militar imperialista en la península coreana y la injusticia que producen las invasiones norteamericanas. El grupo lucha por una “Corea unificada donde se pueda vivir con justicia”.

No es casual que el enemigo sea Corea del Norte. Estados Unidos ha utilizado con mucha frecuencia el cine para identificar claramente quienes son sus nuevos enemigos, para este objetivo han sido claves las películas basadas en los libros de Tom Clancys y los clásicos Bond. El cine ha funcionado para dar a conocer a los ciudadanos sobre cuál es “la nueva amenaza mundial”, de manera que se prepara psicológicamente a la población para futuros conflictos.

Entre los terroristas hay un ex agente del servicio secreto que los ayuda a realizar la operación. Esta figura del traidor suele estar vinculada en el cine a un interese económicos El agente Forbes justifica su participación en el ataque criticando el entreguismo de los gobiernos norteamericanos a los bancos, la política interna y la globalización. Se trata del discurso de los ciudadanos críticos con el sistema estadounidense, lo cual supone un mensaje altamente peligroso. Aquellos que critican al gobierno desde argumentos vinculados a la izquierda son posibles enemigos internos, aliados de los enemigos externos cuando ataquen. Se trata de una criminalización explícita de la crítica, más allá de que Forbes se “redima” de forma absurda más adelante.

Un terrorismo eficiente

El cuarto mensaje claro de la película es la eficiencia del terrorismo. Se trata de un terrorismo bien organizado, mucho mejor preparado que el ejército norteamericano para realizar un ataque en su propio territorio. En un diálogo entre el presidente de Estados Unidos y el líder del grupo, este último le recuerda que ellos tomaron la Casa Blanca en 13 minutos mientras que el ejército de Estados Unidos pudo llegar en 15. 


La fuerza de combate sincronizado entre el aire y la tierra no puede ser detenida bajo ningún medio y su objetivo se cumple casi en su totalidad, en cada uno de los puntos logran asegurar la zona, incluso emboscan a las fuerzas aéreas que intentan retomar el control. Como es común en estas películas, todo falla por la capacidad de un solo agente, en este caso Gerard Butler, pero al final todos los puntos planteados se alcanzan con éxito. El propio agente tiene que reconocer que se trata de un grupo bien organizado.

El terrorismo representa una amenaza real, tiene la capacidad de lograr lo que se propone y hacer un daño a los Estados Unidos. Ese daño no se da sólo a su gobierno sino que es a toda la sociedad norteamericana, otro elemento fundamental. El ataque es a toda la nación y no nada más al gobierno.

Pero lo logra entre otras cosas porque se trata de una célula que no está sujeta directamente al gobierno de Corea del Norte. La movilidad se la da esa relativa independencia, la alianza con sectores críticos a lo interno de Estados Unidos, los propios ciudadanos norteamericano son posibles enemigos (por eso hay que espiarlos y controlarlos). Tal como señala Gianni Vattimo en Comunismo Hermenéutico, la guerra futura será entre los Estados liberales y los pueblos pobres, tanto las ciudades de miseria a lo interno de las naciones hegemónicas, como los sectores excluidos que se organizan y lucha en la periferia. Eso significa que el terrorismo no tiene el rostro de un Estado Nación, sino que es la amenaza permanente que representan los pobres organizados, ellos son el enemigo real. 
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El mensaje de la película está dirigido a fomentar el miedo entre los ciudadanos norteamericanos frente a un “inminente” ataque dentro de su propio territorio. Al mismo tiempo, el enemigo está ahí donde hay pensamiento crítico, ahí donde se organizan los pobres contra el sistema dominante. Esos grupos organizados pueden lograr de hecho atacar y triunfar en sus objetivos. Tal como expresa el mensaje final “el enemigo viene a destruir una forma de vida, a ensuciar nuestras creencias, a pisotear nuestra libertad”, el enemigo va contra el capitalismo.

Manuel Azuaje Reverón.

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