En marzo se estrenó la película Olympus has
fallen de Antoine Fuqua (director de Shooter y
Trainig Day). Una nueva cinta de acción
protagonizada por Gerard Butler, con los mismos elementos de
cualquier thriller violento norteamericano, mucho fuego cruzado,
destrucción y efectos especiales por todos lados, actuaciones
medianamente buenas (propias del género) y escenarios realistas.
Es sabido que la industria cinematográfica de Hollywood es uno de
los principales brazos de la batalla cultural que se desarrolla en
nuestros días. Las películas bélicas realizadas por el imperio del
cine más grande y productivo económicamente del mundo no tienen
como fin único entretener. El cine enfocado en los ataques
terroristas tiene un mensaje muy claro, mantener el control de los
ciudadanos a través del miedo, por ello se afirma con certeza “nos
implantan el miedo para vendernos seguridad”.
El principal consumidor de estas películas es el público
norteamericano, cuyas asistencias masivas a las salas de cine le
rinde millonarios dividendos a la industria cinematográfica. En la
guerra por el control ideológico los estadounidenses son el
principal objeto del mercado, los productos son creados pensando en
ellos. Esta verdad no elimina el hecho de que al final todos seamos
consumidores de estas películas y sus mensajes. En el caso de
Olympus has fallen hay en ella un
conjunto de elementos que resultan curiosos para desentrañar las
ideas que nos quieren implantar.
El argumento central de la película consiste en un ataque directo a
la Casa Blanca, planificado por un grupo terrorista norcoreano,
vinculado al “oscuro gobierno comunista de Kim Jong Un”. La
agresión se produce por aire y tierra logrando en la primera media
hora de filmación hacerse con el control de la sede del gobierno de
Estados Unidos, secuestrar al presidente, a la secretaria de Estado y
al Jefe de Estado Mayor.
Una capital vulnerable
El primer mensaje y el más fundamental de toda la película apunta a
la vulnerabilidad del centro de poder de Estados Unidos, el lugar más
protegido del mundo es atacado y tomado en menos de 13 minutos. Un
avión militar es capaz de pasar todas las medidas de seguridad y
ametrallar la casa blanca junto a los alrededores. Estas imágenes
suponen que es posible atacar el núcleo del poder de los
norteamericanos, el símbolo de la presidencia, la supuestamente
invulnerable “Casa Blanca”.
La idea de que íconos importantes y simbólicos de la política
norteamericana pueden ser atacados ya se experimentó en la realidad
en los sucesos de 2001, cuando el centro del sistema financiero
mundial fue atacado por vía aérea, ante los ojos de los habitantes
de Nueva York y de todos los que observaban por televisión.
La política y el discurso de Estados Unidos sobre la seguridad
nacional se han centrado en la posibilidad de un ataque inminente
dentro de su propio territorio. Sobre la base de esa posibilidad se ha
secuestrado la libertad de los ciudadanos norteamericanos dentro de su país,
son víctimas de un espionaje permanente y del control por parte de
un gobierno que “sólo quiere protegerlos”. Para esa política es
fundamental la presencia constante de un ataque en la mentalidad de sus ciudadanos,
para ello hay que mantener la idea viva a través de todos los
medios.
Todos son el objetivo
Durante el ataque a Washington por parte del avión militar no sólo
se dispara contra la Casa Blanca, sino que se destruyen íconos
importantes tales como el monumento a George Washington (que no suele
sobrevivir a ninguna película bélica que tenga lugar en la capital
norteamericana). Pero el ataque se complementa con largas escenas,
donde se ve cómo desde el avión se ametrallan sin distinción a
los ciudadanos, produciéndose un caos similar al que genera un
bombardeo sobre cualquier ciudad.
Los habitantes corren desesperados mientras son masacrados desde al
aire, se hace hincapié en estas imágenes donde se ve con claridad
cómo caen civiles por todos lado, no porque estén ubicados en el
lugar del ataque sino porque son objeto intencional del crimen. En lo
que avanza la película se ve el interior de los hospitales en una
situación de guerra total, donde no hay forma de discriminar entre
civiles y militares. Se trata de una “guerra dentro de la casa”.
No es común presenciar escenas de acción donde se arremeta de esa
forma contra la población civil. Incluso en escenas de alto nivel de
violencia suele no verse que se dispare intencionalmente contra
civiles, llega a parecer absurdo que en persecuciones o tiroteos en
medio de la calle ningún civil resulte herido o muerto. Pero en este
caso no se trata de un caso aislado, las imágenes están ahí con un
sentido.
Un ataque inminente en el núcleo de la capital estadounidense
producirá sin dudas víctimas fatales, es parte del mensaje de miedo
dejar claro que si “el terrorismo” ataca, se generará una
situación de caos en la cual serán asesinados cientos de civiles.
Tratándose de terroristas que odian Estados Unidos dispararán
intencionalmente contra todos los que puedan.
El terrorismo inteligente y sus aliados izquierdistas.
En cuanto a los terroristas, se trata de un grupo norcoreano liderado
por un temible personaje que se infiltra en la seguridad del primer
ministro de Corea del Sur. Un protagonista cuyo rostro es desconocido
con anterioridad al ataque, vinculado a varios atentados en Corea del
Sur e Inglaterra. Se podrá notar que pese a tener una historia que
determine su odio hacia Estados Unidos (el asesinato de su madre),
tiene muy claro los objetivos políticos del ataque.
La consigna principal está dirigida al dominio militar imperialista
en la península coreana y la injusticia que producen las invasiones
norteamericanas. El grupo lucha por una “Corea unificada donde se
pueda vivir con justicia”.
No es casual que el enemigo sea Corea del Norte. Estados Unidos ha
utilizado con mucha frecuencia el cine para identificar claramente
quienes son sus nuevos enemigos, para este objetivo han sido claves
las películas basadas en los libros de Tom Clancys y los clásicos
Bond. El cine ha funcionado para dar a conocer a los ciudadanos sobre
cuál es “la nueva amenaza mundial”, de manera que se prepara
psicológicamente a la población para futuros conflictos.
Entre los terroristas hay un ex agente del servicio secreto que los
ayuda a realizar la operación. Esta figura del traidor suele estar
vinculada en el cine a un interese económicos El agente Forbes
justifica su participación en el ataque criticando el entreguismo de
los gobiernos norteamericanos a los bancos, la política interna y la
globalización. Se trata del discurso de los ciudadanos críticos con
el sistema estadounidense, lo cual supone un mensaje altamente
peligroso. Aquellos que critican al gobierno desde argumentos
vinculados a la izquierda son posibles enemigos internos, aliados de
los enemigos externos cuando ataquen. Se trata de una criminalización
explícita de la crítica, más allá de que Forbes se “redima”
de forma absurda más adelante.
Un terrorismo eficiente
El cuarto mensaje claro de la película es la eficiencia del
terrorismo. Se trata de un terrorismo bien organizado, mucho mejor
preparado que el ejército norteamericano para realizar un ataque en
su propio territorio. En un diálogo entre el presidente de Estados
Unidos y el líder del grupo, este último le recuerda que ellos
tomaron la Casa Blanca en 13 minutos mientras que el ejército de
Estados Unidos pudo llegar en 15.
La fuerza de combate sincronizado entre el aire y la tierra no puede
ser detenida bajo ningún medio y su objetivo se cumple casi en su
totalidad, en cada uno de los puntos logran asegurar la zona, incluso
emboscan a las fuerzas aéreas que intentan retomar el control. Como
es común en estas películas, todo falla por la capacidad de un solo
agente, en este caso Gerard Butler, pero al final todos los puntos
planteados se alcanzan con éxito. El propio agente tiene que
reconocer que se trata de un grupo bien organizado.
El terrorismo representa una amenaza real, tiene la capacidad de
lograr lo que se propone y hacer un daño a los Estados Unidos. Ese
daño no se da sólo a su gobierno sino que es a toda la sociedad
norteamericana, otro elemento fundamental. El ataque es a toda la
nación y no nada más al gobierno.
Pero lo logra entre otras cosas porque se trata de una célula que no
está sujeta directamente al gobierno de Corea del Norte. La
movilidad se la da esa relativa independencia, la alianza con
sectores críticos a lo interno de Estados Unidos, los propios
ciudadanos norteamericano son posibles enemigos (por eso hay que
espiarlos y controlarlos). Tal como señala Gianni Vattimo en
Comunismo Hermenéutico, la guerra futura será
entre los Estados liberales y los pueblos pobres, tanto las ciudades
de miseria a lo interno de las naciones hegemónicas, como los
sectores excluidos que se organizan y lucha en la periferia. Eso
significa que el terrorismo no tiene el rostro de un Estado Nación,
sino que es la amenaza permanente que representan los pobres
organizados, ellos son el enemigo real.
*
El mensaje de la película está dirigido a fomentar el miedo entre
los ciudadanos norteamericanos frente a un “inminente” ataque
dentro de su propio territorio. Al mismo tiempo, el enemigo está ahí
donde hay pensamiento crítico, ahí donde se organizan los pobres
contra el sistema dominante. Esos grupos organizados pueden lograr de
hecho atacar y triunfar en sus objetivos. Tal como expresa el mensaje
final “el enemigo viene a destruir una forma de vida, a ensuciar
nuestras creencias, a pisotear nuestra libertad”, el enemigo va
contra el capitalismo.
Manuel Azuaje Reverón.
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