El 27 de febrero de 1989
se desbordó el descontento contenido de los sectores más pobres de la sociedad
venezolana, venían siendo excluidos continuamente de las políticas
asistenciales de los diversos gobiernos y sintieron en las medidas tomadas por
Carlos Andrés Pérez el punto máximo de ese proceso de invisibilización,
hacerles pagar las condiciones de la crisis.
Con
este acontecimiento queda demostrada la pérdida
absoluta de legitimidad de un sistema político, ya que en la misma medida
en que niega la transformación de recursos en políticas sociales directas,
pretende hacer pagar a los sectores sociales una supuesta crisis, aplicando las
profundamente impopulares medidas del Fondo Monetario Internacional.
Es
deslegitimada toda la cúpula política del país por medio de una masiva
manifestación popular que tiene por contenido un directo desconocimiento del
gobierno en todos sus niveles. Esta pérdida de legitimidad, en lo político se
caracteriza por la toma de decisiones que afectan directamente a los sectores
sociales más empobrecidos, produciendo un rechazo directo que termina por
originar una negación popular del sistema político en general.
La ruptura en lo ético se
produce cuando ante las masivas manifestaciones, el gobierno responde
utilizando los medios de coacción en contra de la gente, reprime violentamente,
asesinando a una cifra hasta ahora inestimable de venezolanos. Al suceder
semejante conjunto de hechos se justifica
ética y políticamente la rebelión contra ese sistema.
En el marco de este
estado estructural de crisis irrumpe el movimiento militar del 4 de febrero,
los participantes del mismo vienen organizándose con anterioridad al caracazo.
A partir de esa pérdida de legitimidad del sistema, que se expresaba en todos
los sectores de la sociedad y la justificación ética de una rebelión, se
produce la intentona de golpe.
No
habiendo podido cumplir con los objetivos el líder de ese movimiento el
Teniente Coronel Hugo Chávez reconoce su responsabilidad y pide a los
compañeros que cese el enfrentamiento. Afirma que no se pudo por ahora, frente a los televisores se
encuentran venezolanos que en todos los sectores sociales reaccionan, diciendo
que por fin alguien se hizo responsable de algo en el país.
Esos
responsables fueron presos, pero el descontento social en la nación sigue
creciendo. Las calles continúan siendo masivamente asaltadas por reclamos y
movilizaciones. De igual modo, crece el apoyo a esos militares que comandaron
un golpe expresando los deseos de muchos, se aplica la censura para con el que
luego será el líder de un proceso que innegablemente cambió la historia de
Venezuela.
La legitimidad ética y
política de la rebelión del 4 de febrero se demostró posteriormente cuando se
consolidó un movimiento gigantesco a nivel nacional que llevó a ese Teniente
Coronel y sus propuestas a la silla presidencial por vía de las urnas. El 4 de
febrero pertenece a la historia de las rebeliones populares a nivel mundial, a
la historia de la emancipación.
Manuel Azuaje
Reverón
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