La diplomacia de los gobiernos y la solidaridad entre los pueblos.
Desde que se dio a conocer la noticia de
la desaparición de los 43 estudiantes en Ayotzinapa-México, la
indignación ha ido creciendo, así como la movilización en apoyo a la
exigencia de justicia. Uno de los comentarios frecuentes, refiere a la
ausencia de apoyo por parte de aquellos artistas que de manera continua
hicieron lobby contra el gobierno venezolano entre los meses de Marzo y
Julio de este año. Pero sorprende que muy poco se ha dicho del silencio
guardado por los países de América Latina, hasta ahora ningún gobierno
de la región se ha pronunciado al respecto.
Al mismo tiempo que el procurador
general de México, Jesús Murillo Karam, anunciaba que los estudiantes
fueron asesinados e incinerados, veíamos fotos por Internet de una
reunión llevada a cabo entre la cancillería venezolana y la cancillería
mexicana. En ellas se aprecian las sonrisas de nuestro canciller y su
homólogo mexicano. Es significativo que la reunión tenía como finalidad
fortalecer los lazos económicos entre ambos países.
Nos hemos preocupado por señalar lo
obvio, que los medios internacionales, pertenecientes a los grandes
monopolios de la comunicación, no prestan, ni van a prestar, ninguna
atención a este cruel crimen, que los artistas internacionales sólo
defienden las causas que les indican las corporaciones del
entretenimiento y que las organizaciones internacionales encargadas de
la defensa de los derechos humanos, consideran menos humanos algunos
derechos dependiendo de la tendencia de los gobiernos.
Mientras nos concentramos en denunciar
el silencio y la manipulación de los medios transnacionales, el silencio
de los gobiernos de América Latina resulta ya imposible de ignorar.
Ningún gobierno de la región ha hecho referencia a ese horrendo crimen
contra la humanidad, que ha develado los niveles de corrupción política
en México, salvo la honrosa excepción de Evo Morales quien hiciera
referencia al caso el día de hoy. Al menos era de esperarse que se
pronunciaran los líderes que han gestado un eje antiimperialista y
revolucionario, agrupado en el Alba. Al parecer seguiremos esperando
algún gesto de UNASUR y más que palabras alguna acción concreta.
Es muy lamentable la imagen del
canciller venezolano en México coincidiendo con el mismo día del anuncio
por parte del procurador respecto al fusilamiento de los jóvenes
compañeros. La agenda del ministro se desarrolló con normalidad,
sosteniendo varias reuniones con miembros del ejecutivo de Peña Nieto,
al mismo tiempo que el clamor popular avanza en las calles mexicanas. A
todo esto se suma el silencio de algunos partidos políticos, que se
asumen como revolucionarios, pero que sobre esto no han dicho nada, caso
ejemplar del PSUV, que sin ser la postura oficial del gobierno
venezolano, podía haber expresado su solidaridad con el pueblo mexicano.
Este silencio responde a una posible
contradicción entre dos lógicas; por un lado, la diplomacia de los
gobiernos, que cumple ciertos parámetros y se maneja bajo criterios
globales difíciles de combatir, en la cual se reconoce el gran éxito de
Venezuela, especialmente en la construcción y consolidación de espacios
destinados a avanzar hacia la unión latinoamericana, el fortalecimiento
del eje energético-petrolero y el mundo multipolar en general. Por otro,
la solidaridad entre los pueblos, que se activa ahí donde se comete
cualquier acto de injusticia, está preparada para movilizarse exigiendo
cambios y enfrentando cualquier acto de dominación.
En el caso de los procesos políticos
donde los gobiernos se asumen revolucionarios, buscando responder a las
exigencias y mandatos del pueblo, esas dos lógicas entran en tensión, de
la cual puede derivar una contradicción negativa o resolverse
positivamente. Los gobiernos por más de izquierda que se asuman tienen
ciertas limitaciones propias del ejercicio del poder en el mundo
globalizado, pero los pueblos, la base y la militancia libres de esa
limitación deben trabajar en pro de exigir a los gobiernos que avancen
más allá de esos límites. Esto pasa no por hacer una crítica negativa
sino una exigencia constructiva que indique el camino así como
fortalezca el respaldo, así se resuelve positivamente la tensión.
No es la primera vez que sucede una
situación diplomática como la que señalamos, muchos han considerado que
la respuesta ante crisis como las de Honduras y Paraguay ha sido
insuficiente. Mientras que los pueblos de esos países viven una hora
oscura de persecución, desapariciones y muerte, los procesos
revolucionarios de la región han trabajado más en consolidar las
relaciones diplomáticas con los gobiernos, que apoyar a los pueblos. Lo
mismo sucede con otros procesos de movilización popular en el
continente.
Hacemos hincapié especialmente en el
caso venezolano porque consideramos un mal síntoma la no reciprocidad de
parte de la dirección de la Revolución Bolivariana hacia los pueblos
latinoamericanos. Cada vez que ocurren agresiones contra el proceso
político que se vive en el país, o se agudizan los ataques constantes
del imperialismo y la burguesía local, ha sido la solidaridad inmediata
de los pueblos de la región la que se ha encargado de fortalecer la
moral revolucionaria, así como develar los cercos informativos. La
respuesta no debe ser abandonar a las organizaciones que luchan y son
atacadas por gobiernos neoliberales, es imprescindible dar paso a una
diplomacia de los pueblos, solidaria y revolucionaria.
Manuel Azuaje Reverón.
Red de intelectuales, artistas y movimientos sociales en defensa de la humanidad
Cap. Venezuela
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