Una de las principales premisas del
pensamiento posmoderno refiere al carácter evanescente de la verdad, al
hecho de que hoy en día lo verdadero se ha diluido en múltiples
discursos, donde ninguno puede ser considerado La Verdad, dando paso a dejar de usar el término o a hacer uso del plural, verdades.
Despareciendo la verdad científica, la verdad lógica y la capacidad de
evaluar si un discurso es verdadero o no.
Desde esta perspectiva, los hechos
siempre están siendo interpretados, impidiendo que se acceda a ellos de
manera final, todo hecho es un hecho interpretado. De la fuerza de la
razón moderna se pasa a su debilitamiento, al surgimiento de múltiples
visiones y voces que terminan relativizando la verdad, donde lo racional
da paso a la vigencia de la irracionalidad, de la emoción como fuente
fundamental de la vida. De igual manera da pie al desplazamiento de la
razón por la creencia, cobrando esta última una visión positiva.
Si bien estas ideas buscan describir un
fenómeno real de la sociedad globalizada actual, así como criticar las
visiones sobre la ciencia contemporáneas, en buena medida se restringen
al discurso teórico, las academias, los debates filosóficos y los
libros. No termina de ser más que un acercamiento intelectual e intento
de describir un fenómeno social especialmente reflejado en el mundo de
las comunicaciones.
Esta visión es muy criticada en su
dimensión teórica, como discurso filosófico, no sólo desde las
corrientes epistemológicas sino desde el marxismo en varias de sus
vertientes, donde se apuesta a una recuperación de la verdad, la lucha
de clases y su dimensión histórica como explicación de procesos
sociales. A su vez, hay quienes consideran las críticas posmodernas como
herramientas valiosas para denunciar la violencia de la racionalidad
moderna, así como develar los elementos eurocentristas del universalismo
occidental.
Actualmente, más allá de restringirse a
una pura discusión teórica, las consideraciones posmodernas sobre la
verdad se puedan apreciar en la realidad misma, lo cual nos resulta muy
preocupante. Al menos vemos la consecuencia de un modo de ver los hechos
como consideraciones subjetivas, relativas a la interpretación que cada
quien hace de éstos, una situación en la cual lo verdadero se desvanece
en el aire y da paso a puras opiniones.
Parece que esto es lo que se viene
evidenciando en Venezuela, al menos de manera mucho más palpable el
último mes, durante el cual han ocurrido varios sucesos que terminaron
envueltos en la especulación masiva. Aún ahí donde, tarde pero se ha
hecho, se dieron explicaciones y facilitaron informaciones detalladas
respecto a lo que sucedió, aparentemente esclareciendo las razones,
terminó imponiéndose la creencia personal.
Esta relativización de la verdad se
puede ver en muchos casos, pero especialmente ha quedado al descubierto a
partir del terrible asesinato del Diputado Robert Serra y el posterior
enfrentamiento policial en Quinta Crespo. El efecto inmediato ha sido
una cadena de informaciones cruzadas, de especulaciones que van desde
las más cercanas a la línea discursiva del gobierno nacional, hasta
aquellas que usan los hechos para hilar un discurso completamente
contrario, desde el cual atacar la gestión de Nicolás Maduro.
Todo esto ha evidenciado un jaque
informativo en el que se encuentra el propio gobierno nacional,
caracterizado por una pésima política comunicacional así como por un
manejo poco transparente de la misma gestión, que sumado a los planes
conspirativo se traduce en una mezcla fatal. Es comprensible que existan
informaciones que el gobierno no puede hacer públicas, tanto porque
forman parte de las investigaciones en proceso, como que se trata de
asuntos de seguridad nacional. Pero si eso es así, tiene que haber un
manejo más inteligente del tema comunicacional, para evitar que la
población quede a merced de la especulación.
La ausencia de mecanismos eficientes
para aclarar los sucesos o una política comunicacional confiable
degenera en la especulación permanente, hecho que favorece sobremanera a
la derecha, que alimenta una visión especulativa de las comunicaciones.
Producto de todo esto han proliferado cualquier cantidad de páginas
destinadas a proveer informaciones noticiosas a la población, páginas
que bajo una forma absurda, sin detalles sobre quienes las manejan, se
dedican a difundir “noticias”, o simplemente a fortalecer ciertos
relatos que tiene la gente, especulaciones y nada más.
Hoy en día aquella premisa de “cada
quien cree lo que quiere creer” se ha convertido en un hecho
comunicacional, sobre la base de eso, se construye cada relato, tomando
en cuenta que los hechos mismos se mantienen en alguna medida
encubiertos. Todo esto permite que triunfe la especulación, el rumor,
como herramienta de comunicación política, lo cual explica el
surgimiento de estas supuestas páginas de noticias, así como la
importancia que tienen en la formación de la opinión pública.
En la cotidianidad nos damos cuentas
cómo la premisa anterior se suma al hecho de que, casi la totalidad de
los opositores de a pie están programados para negar cualquier
información que provenga del gobierno, toda explicación emitida desde
ahí tendrá una validez igual a 0. Mientras tanto, la idea que tienen del
gobierno y el proceso bolivariano es un relato construido
mediáticamente, que se refuerza desde esas especulaciones, que si tienen
un mínimo de sentido en relación a esa concepción construida, tendrá
toda la validez. Muchas veces vemos cómo el absurdo cobra la forma de
opinión política.
Al mismo tiempo, del lado de la
izquierda, del chavismo de base, algunas veces se flaquea, estas
especulaciones generan dudas, trabajando en función de mellar la
credibilidad y la moral revolucionaria. De ahí nuestra preocupación por
esta situación de relativización de la verdad, porque una verdad borrosa
siempre será instrumento para la dominación.
El fortalecimiento de la creencia como
verdad, de las pasiones como razón y de la especulación como
comunicación debe ser combatido. Para ello es necesario generar una
política comunicacional efectiva y eficiente, así como avanzar hacia la
transparencia total en el ejercicio de gobierno. Pero no basta con dejar
que sea desde arriba que se solucione, nosotros mismos debemos asumir
una defensa de la verdad, porque si bien es cierto que todo hecho es
siempre interpretado eso no desaparece al hecho mismo, debemos mantener
el acceso a los hechos por encima de las interpretaciones. Toca
fortalecer la comunicación comunitaria, desde abajo, redes de medios
comunitarios como espacios de defensa de la verdad.
Manuel Azuaje Reverón
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