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lunes, 27 de octubre de 2014

Creer lo que se quiere creer. El absurdo en la opinión pública

Una de las principales premisas del pensamiento posmoderno refiere al carácter evanescente de la verdad, al hecho de que hoy en día lo verdadero se ha diluido en múltiples discursos, donde ninguno puede ser considerado La Verdad, dando paso a dejar de usar el término o a hacer uso del plural, verdades. Despareciendo la verdad científica, la verdad lógica y la capacidad de evaluar si un discurso es verdadero o no.

Desde esta perspectiva, los hechos siempre están siendo interpretados, impidiendo que se acceda a ellos de manera final, todo hecho es un hecho interpretado. De la fuerza de la razón moderna se pasa a su debilitamiento, al surgimiento de múltiples visiones y voces que terminan relativizando la verdad, donde lo racional da paso a la vigencia de la irracionalidad, de la emoción como fuente fundamental de la vida. De igual manera da pie al desplazamiento de la razón por la creencia, cobrando esta última una visión positiva.


Si bien estas ideas buscan describir un fenómeno real de la sociedad globalizada actual, así como criticar las visiones sobre la ciencia contemporáneas, en buena medida se restringen al discurso teórico, las academias, los debates filosóficos y los libros. No termina de ser más que un acercamiento intelectual e intento de describir un fenómeno social especialmente reflejado en el mundo de las comunicaciones.

Esta visión es muy criticada en su dimensión teórica, como discurso filosófico, no sólo desde las corrientes epistemológicas sino desde el marxismo en varias de sus vertientes, donde se apuesta a una recuperación de la verdad, la lucha de clases y su dimensión histórica como explicación de procesos sociales. A su vez, hay quienes consideran las críticas posmodernas como herramientas valiosas para denunciar la violencia de la racionalidad moderna, así como develar los elementos eurocentristas del universalismo occidental.

Actualmente, más allá de restringirse a una pura discusión teórica, las consideraciones posmodernas sobre la verdad se puedan apreciar en la realidad misma, lo cual nos resulta muy preocupante. Al menos vemos la consecuencia de un modo de ver los hechos como consideraciones subjetivas, relativas a la interpretación que cada quien hace de éstos, una situación en la cual lo verdadero se desvanece en el aire y da paso a puras opiniones.

Parece que esto es lo que se viene evidenciando en Venezuela, al menos de manera mucho más palpable el último mes, durante el cual han ocurrido varios sucesos que terminaron envueltos en la especulación masiva. Aún ahí donde, tarde pero se ha hecho, se dieron explicaciones y facilitaron informaciones detalladas respecto a lo que sucedió, aparentemente esclareciendo las razones, terminó imponiéndose la creencia personal.

Esta relativización de la verdad se puede ver en muchos casos, pero especialmente ha quedado al descubierto a partir del terrible asesinato del Diputado Robert Serra y el posterior enfrentamiento policial en Quinta Crespo. El efecto inmediato ha sido una cadena de informaciones cruzadas, de especulaciones que van desde las más cercanas a la línea discursiva del gobierno nacional, hasta aquellas que usan los hechos para hilar un discurso completamente contrario, desde el cual atacar la gestión de Nicolás Maduro.

Todo esto ha evidenciado un jaque informativo en el que se encuentra el propio gobierno nacional, caracterizado por una pésima política comunicacional así como por un manejo poco transparente de la misma gestión, que sumado a los planes conspirativo se traduce en una mezcla fatal. Es comprensible que existan informaciones que el gobierno no puede hacer públicas, tanto porque forman parte de las investigaciones en proceso, como que se trata de asuntos de seguridad nacional. Pero si eso es así, tiene que haber un manejo más inteligente del tema comunicacional, para evitar que la población quede a merced de la especulación.

La ausencia de mecanismos eficientes para aclarar los sucesos o una política comunicacional confiable degenera en la especulación permanente, hecho que favorece sobremanera a la derecha, que alimenta una visión especulativa de las comunicaciones. Producto de todo esto han proliferado cualquier cantidad de páginas destinadas a proveer informaciones noticiosas a la población, páginas que bajo una forma absurda, sin detalles sobre quienes las manejan, se dedican a difundir “noticias”, o simplemente a fortalecer ciertos relatos que tiene la gente, especulaciones y nada más.

Hoy en día aquella premisa de “cada quien cree lo que quiere creerse ha convertido en un hecho comunicacional, sobre la base de eso, se construye cada relato, tomando en cuenta que los hechos mismos se mantienen en alguna medida encubiertos. Todo esto permite que triunfe la especulación, el rumor, como herramienta de comunicación política, lo cual explica el surgimiento de estas supuestas páginas de noticias, así como la importancia que tienen en la formación de la opinión pública.

En la cotidianidad nos damos cuentas cómo la premisa anterior se suma al hecho de que, casi la totalidad de los opositores de a pie están programados para negar cualquier información que provenga del gobierno, toda explicación emitida desde ahí tendrá una validez igual a 0. Mientras tanto, la idea que tienen del gobierno y el proceso bolivariano es un relato construido mediáticamente, que se refuerza desde esas especulaciones, que si tienen un mínimo de sentido en relación a esa concepción construida, tendrá toda la validez. Muchas veces vemos cómo el absurdo cobra la forma de opinión política.

Al mismo tiempo, del lado de la izquierda, del chavismo de base, algunas veces se flaquea, estas especulaciones generan dudas, trabajando en función de mellar la credibilidad y la moral revolucionaria. De ahí nuestra preocupación por esta situación de relativización de la verdad, porque una verdad borrosa siempre será instrumento para la dominación.

El fortalecimiento de la creencia como verdad, de las pasiones como razón y de la especulación como comunicación debe ser combatido. Para ello es necesario generar una política comunicacional efectiva y eficiente, así como avanzar hacia la transparencia total en el ejercicio de gobierno. Pero no basta con dejar que sea desde arriba que se solucione, nosotros mismos debemos asumir una defensa de la verdad, porque si bien es cierto que todo hecho es siempre interpretado eso no desaparece al hecho mismo, debemos mantener el acceso a los hechos por encima de las interpretaciones. Toca fortalecer la comunicación comunitaria, desde abajo, redes de medios comunitarios como espacios de defensa de la verdad.
Manuel Azuaje Reverón

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