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lunes, 23 de julio de 2012

La construcción de lo nuevo y el tiempo histórico. (I)



            En su rueda de prensa del día lunes 9 del corriente mes, el presidente demostró nuevamente su gran capacidad discursiva, enmarcada en el horizonte intelectual y formativo que lo acompaña. Se ha convertido en el principal promotor de la lectura a nivel nacional y regional, llegando hasta sin quererlo a ser un productor de Best-Seller, ya que al mencionar un texto la gente se moviliza de inmediato a buscarlo en las librerías, siendo frecuente escuchar en alguna de ellas a alguien preguntar por tal o cual libro que el presidente comentó recientemente.
            Una vez iniciada la ronda de preguntas, el tiempo que duró toda la alocución fue atravesado transversalmente por un tema; el carácter novedoso de la revolución bolivariana, no la innovación que produjo como irrupción histórica en su inicio sino la condición creativa detrás de cada transformación que se ha venido realizando y que se plantea a largo plazo como profundización de un proyecto.
            El periodista de Univisión Francisco Urreiztieta pensando dar una estocada audaz terminó recibiendo una respuesta bien desarrollada y contundente. La primera pregunta del periodista fue directa al punto que desarrollaremos: ¿Qué de nuevo ofrece a los venezolanos? La segunda intentó tocar un punto considerado por los mismos opositores como “delicado”: ¿Cómo va a ser la campaña tomando en cuenta sus ‘limitaciones’? Ambas recibieron su correspondiente batazo que terminó haciendo quedar muy bien al candidato Hugo Chávez y al otro algo golpeado de retruque con algunas buenas referencias a sus capacidades orales.
            La oposición ha venido vendiendo la idea de que representan un cambio, pero no un cambio per se sino uno hacia lo nuevo, el tan mentado progreso. Para ello han contado con un conjunto de elementos que forman parte de la campaña. Ésta pasa por hacer notar el proceso liderado por el Presidente Chávez como estancado, caduco e ineficiente. Pero no nada más el proceso en sí mismo, sino haciendo uso de la enfermedad padecida por el líder, la identifican como un síntoma de un desgaste social del movimiento que encabeza, utilizando la juventud y supuesta vitalidad del candidato Capriles como contraste, difundiendo la imagen mediática de una contienda entre un candidato enfermo, en el final de su vida, carente de fortaleza física, limitado corporalmente, frente a un candidato joven, activo, emprendedor, “la cara del progreso”.
            Ante esta pretensión engañosa por demás toca salirle al paso en todos los espacios, asumiendo lo que el propio presidente ha dicho será su principal labor, desenmascarar una propuesta, encubierta discursivamente a través conjunto de herramientas bien elaboradas por los asesores del candidato opositor en los salones de su comando de campaña. La propuesta ha tenido que ser disfrazada y vendida como centro-izquierdista haciendo de la consigna del progreso su elemento discursivo principal; es sabido que ese llamado progreso suele ser un referente vacío desde el cual se ofrecen y prometen un conjunto de políticas diversas sin hilo temático común, que pueden ir desde el libre mercado hasta la salud gratuita y la seguridad social.
A tal punto llega el encubrimiento, que se ha emitido la recomendación (orden) a los voceros visibles de la MUD de no mencionar al capitalismo al menos en ninguna entrevista o evento público (de seguro después del efecto causado por el “capitalismo popular”). Siempre hay uno que otro que hace caso omiso del asunto y en un acto de sinceridad se lanza alguna retahíla abiertamente derechista, pero es tal la existencia del plan de campaña que recientemente se pudo escuchar al presidente de Copei Roberto Enríquez en VTV referirse a que si el proyecto de Capriles fuera el capitalismo ellos no pudieran apoyarlo, ya que el capitalismo “es la explotación del hombre por el hombre”. La cosas que hay que ver. 
Resulta que cada vez es más evidente para los ciudadanos a nivel mundial y nacional en mayor medida, que el sistema capitalista se encuentra en un proceso de descomposición tal, que no hay manera de considerarlo sino precisamente un proyecto caduco, que no responde a las necesidades de los tiempos, porque en su base estructural tiene como condición para su existencia la producción cada vez mayor de miseria y desigualdad, junto a la dependencia de un criterio devorador de los recursos naturales. Sólo que es un sistema que ha sido capaz de producir cambios en su propia forma de presentarse, véase que son retoques de forma más ninguno de carácter estructural, lo que lo llevaría directamente a dejar de ser lo que es. Representa indudablemente un proyecto político insostenible, que se sustenta en la utilización del Estado, para hacer uso de la represión e impedir aquellos cambios que son necesarios a lo interno de toda sociedad y que la hacen avanzar en el curso histórico del desarrollo de sus relaciones sociales de producción.
Es un proyecto eminentemente conservador, siempre lo ha sido, quienes lo representan y sostienen a través de él sus beneficios e intereses están claros de ello. En lo político se basa en la idea de representación, según la cual el poder reside directa y exclusivamente en las instituciones del Estado desde donde hacen uso de éste para dominar y mantener “la estabilidad” (controlar los conflictos sociales) a lo interno de las sociedades. Lo político en sí mismo queda reducido a un espacio limitado de la vida social, un conjunto de mecanismos e instituciones encargadas de representar a los ciudadanos, su ejercicio queda así reducido también al puro acto de elegir a esos representantes.
En cuanto a nuestra oposición y sus personeros, ahora renovados progresistas de centro-izquierda, basta recordar la denominación de sus primeros movimientos agrupados en el Comando Nacional de la Resistencia (que por cierto se ha activado con motivo de las elecciones). Resistencia ante que, ante los cambios que se vinieron y fueron paulatinamente tocando aquellos intereses que se hicieron pasar (aún lo hacen) por los intereses de toda la nación. En esos tiempos asumieron la verborrea contrarrevolucionaria, la defensa del pasado y forjaron estrechas vinculaciones con la derecha internacional, esas vinculaciones que estando ahora más vivas que nunca ocultan y desaparecen de los medios.
Esos mismos personeros y su candidato hoy buscan desvincularse de un pasado al que pertenecen y de cuyas relaciones políticas de poder son inmediatamente hijos. No mas  tenemos que revisar la historia del mismo Capriles, el joven miembro de la organización ultraconservadora tradición familia y propiedad, el hijo de la burguesía devenido en político a través de la tradicional y ya muy vieja Copei. En fin, es esa oposición la representante del viejo, caduco y agotado sistema puntofijista, del entrelazamiento sanguíneo entre la burguesía y la cúpula política nacional, que no es más que la expresión de todo lo que necesitó y aún necesita ser cambiado.
Por otro lado, padecen de un desdoblamiento emocional que se dirige a sus seguidores. Revisando las redes sociales y comentarios sobre algunas noticias en páginas de oposición es frecuente encontrarse con comentarios tales como “antes no pasaba eso”, “cuando la cuarta vivíamos mejor”, “nunca antes se vivió tan mal como se vive ahora”. Hasta el video de por estas calles de Yordano está secundado de comentarios de ese tipo. Pero no sólo eso, se ha podido observar el renacimiento mediático de AD y Copei, junto a sus antiquísimos representantes, que han empezado a recibir alabanzas hasta de alguno que otro joven. Lo que hace preguntarse ¿qué pasó con aquel desprecio que los opositores sentían por esa misma élite política? Ese que casi los hizo desaparecer los primeros años del siglo que transitamos.

Manuel Azuaje Reverón.

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