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lunes, 1 de abril de 2013

De sumas, restas y otras arrogancias.



            En la política revolucionaria nunca se justifica la utilización de métodos de la derecha, las armas melladas del capitalismo. Bien, pero como revolucionarios debemos partir siempre desde lo concreto, desde una realidad conflictiva, la de la lucha de clases, la del enfrentamiento entre los intereses de los pobres y los que los quieren dominar.
            La vía a la transformación en nuestro país se ha asumido desde un carácter democrático, por las elecciones, desde un comienzo, y mientras la derecha en bloque ha utilizado todas las herramientas perversas para triunfar, el movimiento popular liderado por Chávez ha defendido ese carácter democrático y democratizador por demás.
            Si algo fue siempre sorprendente de Hugo Chávez, fue su capacidad para analizar y comprender los momentos históricos, tener conciencia del momento, lo que implicó el conocimiento claro de cuáles eran las estrategias adecuadas para consolidar el proyecto y el poder en manos del pueblo. Fue así que perdonó cuando muchos pensaron que no se debía hacer y buscó diálogo con quienes no parecen ser los aliados del pueblo.
            Así, hasta el último momento, habiendo triunfado en las elecciones, Chávez hizo llamados a aquellos que lo adversaban a descubrir que éste es el lado de la patria de la justicia y del futuro, que son bienvenidos a abrazar como suyo el proyecto. Por lo que, “los que quieran patria vengan conmigo” no es un llamado sólo a los que ya están, sino a crecer, con otros que se vengan.
            Si en octubre sacamos poco más de 8 millones de votos,  plantearnos como meta 10 millones ahora, supone que en primera instancia quienes se abstuvieron de votar se vengan, se sumen, pero también que algunos que votaron por Capriles también cambien de posición y de voto. Las personas tienen derecho a cambiar de forma de pensar, y suele suceder cotidianamente. Ellos nos han llevado gente de nuestro bando, por la vía de la confusión y la desilusión, no dirigentes, gente del pueblo que ahora no está con nosotros, hagamos que retornen.
            Si no es posible que la gente cambie de forma de pensar, que se sume al proyecto socialista, entonces la bandera de la formación, de la concientización, del despertar de la conciencia, no tendría ningún sentido. Ahora, sumar a qué, sumar al proyecto, a la lucha y al compromiso, no nada más votar, ya será la práctica y la historia la que dirán si la suma fue valiosa o no, tanto como  es la que muestra los talantes y compromisos.
            En Venezuela no hay 6 millones de oligarcas, ya lo advirtió Fidel, y Chávez lo recordaba siempre, es triste ver cómo gente que forma parte de los sectores trabajadores se ponga del lado del que lo oprime, en contra de sus propios intereses. Necesitamos hacer ese trabajo para que esas personas se sumen a la causa, porque la revolución no se acelera teniendo tantos en contra, he ahí uno de los puntos fundamentales de los diez millones, poder acelerar el paso.
            Los análisis suelen tener como horizonte regulador el qué, aquello que deseamos lograr, pero solemos descuidar el cómo, y supeditar todo a ese qué, olvidando las estrategias necesarias para llegar al objetivo. Eso nos aleja de esa realidad compleja, con todas sus aristas, supeditando la realidad a la teoría y no la teoría a la realidad. Habríamos de internarnos en esa realidad y latir con ella, contrastar los qué con los cómo, de ese modo podremos comprender mejor los momentos, y así ser más como Chávez.
Manuel Azuaje Reverón. 

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