En
la política revolucionaria nunca se justifica la utilización de métodos de la
derecha, las armas melladas del capitalismo. Bien, pero como revolucionarios
debemos partir siempre desde lo concreto, desde una realidad conflictiva, la de
la lucha de clases, la del enfrentamiento entre los intereses de los pobres y
los que los quieren dominar.
La
vía a la transformación en nuestro país se ha asumido desde un carácter
democrático, por las elecciones, desde un comienzo, y mientras la derecha en
bloque ha utilizado todas las herramientas perversas para triunfar, el
movimiento popular liderado por Chávez ha defendido ese carácter democrático y
democratizador por demás.
Si
algo fue siempre sorprendente de Hugo Chávez, fue su capacidad para analizar y
comprender los momentos históricos, tener conciencia del momento, lo que
implicó el conocimiento claro de cuáles eran las estrategias adecuadas para
consolidar el proyecto y el poder en manos del pueblo. Fue así que perdonó
cuando muchos pensaron que no se debía hacer y buscó diálogo con quienes no
parecen ser los aliados del pueblo.
Así,
hasta el último momento, habiendo triunfado en las elecciones, Chávez hizo
llamados a aquellos que lo adversaban a descubrir que éste es el lado de la
patria de la justicia y del futuro, que son bienvenidos a abrazar como suyo el
proyecto. Por lo que, “los que quieran patria vengan conmigo” no es un llamado
sólo a los que ya están, sino a crecer, con otros que se vengan.
Si
en octubre sacamos poco más de 8 millones de votos, plantearnos como meta 10 millones ahora,
supone que en primera instancia quienes se abstuvieron de votar se vengan, se
sumen, pero también que algunos que votaron por Capriles también cambien de
posición y de voto. Las personas tienen derecho a cambiar de forma de pensar, y
suele suceder cotidianamente. Ellos nos han llevado gente de nuestro bando, por
la vía de la confusión y la desilusión, no dirigentes, gente del pueblo que
ahora no está con nosotros, hagamos que retornen.
Si
no es posible que la gente cambie de forma de pensar, que se sume al proyecto
socialista, entonces la bandera de la formación, de la concientización, del
despertar de la conciencia, no tendría ningún sentido. Ahora, sumar a qué,
sumar al proyecto, a la lucha y al compromiso, no nada más votar, ya será la
práctica y la historia la que dirán si la suma fue valiosa o no, tanto
como es la que muestra los talantes y
compromisos.
En
Venezuela no hay 6 millones de oligarcas, ya lo advirtió Fidel, y Chávez lo
recordaba siempre, es triste ver cómo gente que forma parte de los sectores
trabajadores se ponga del lado del que lo oprime, en contra de sus propios
intereses. Necesitamos hacer ese trabajo para que esas personas se sumen a la
causa, porque la revolución no se acelera teniendo tantos en contra, he ahí uno
de los puntos fundamentales de los diez millones, poder acelerar el paso.
Los
análisis suelen tener como horizonte regulador el qué, aquello que deseamos
lograr, pero solemos descuidar el cómo, y supeditar todo a ese qué, olvidando
las estrategias necesarias para llegar al objetivo. Eso nos aleja de esa
realidad compleja, con todas sus aristas, supeditando la realidad a la teoría y
no la teoría a la realidad. Habríamos de internarnos en esa realidad y latir
con ella, contrastar los qué con los cómo, de ese modo podremos comprender
mejor los momentos, y así ser más como Chávez.
Manuel Azuaje Reverón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario