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lunes, 16 de marzo de 2015

Luchar contra el imperialismo es, necesariamente, luchar contra el capitalismo.

A pesar de lo que se viene diciendo durante los últimos 25 años, el imperialismo sigue intacto en su accionar, en vez de desaparecer se ha hecho más agresivo que nunca. Este fortalecimiento se puede apreciar en el crecimiento de las hostilidades en el mundo, los conflictos bélicos destinados a expandir la esfera de influencia política y económica de Estados Unidos. El imperialismo no ha terminado, porque no se trata de un discurso, una visión ideológica o determinada forma de llevar a cabo la política internacional, circunscrita a la guerra fría.



El imperialismo no es un discurso político porque su campo no es exclusivamente el de la política, ni el de las relaciones internacionales, no se trata de una teoría desarrollada por izquierdistas obsesionados con un país o ineficientes gobernantes buscando a quien echarle la culpa. Tal como ha desarrollado en su momento Lenin y sostiene correctamente Atilio Borón, el imperialismo tiene su raíz en el capitalismo, debe su surgimiento al desarrollo de la lógica sobre la que actúa la economía capitalista. Por supuesto se expresa en múltiples campos tales como la política, la cultura, la religión y articula una determinada ideología. Tomaremos las ideas de Lenin y Borón para esta explicación. Comprendemos que existe una discusión sobre las características del imperialismo desarrolladas por ambos autores.

La libre competencia existente en el capitalismo desarrollado durante el siglo XIX, da paso, a finales de la centuria, a altos niveles de concentración de la producción, algunas fábricas y empresas comienzan a tener un nivel de acumulación tal que entran en una lucha voraz por la adquisición de otras más pequeñas. De esta forma, los altos niveles de concentración de producción y ganancia dan pie al crecimiento de determinadas empresas a partir de la adquisición de otras, surgiendo los monopolios. La figura de la fusión y el surgimiento de carteles industriales es síntoma directo de esos monopolios. Como segundo momento en este desarrollo del capitalismo, los capitales industriales monopólicos empiezan a fusionarse con los capitales bancarios, dando como fruto la aparición del capital financiero. Este movimiento por medio del cual surgen los monopolios financieros se da en una escala cada vez más global, de manera que finalmente se trata de un conflicto internacional entre los distintos monopolios. Todo esto trae como consecuencia la aparición de una nueva élite social al interior de la clase burguesa, la oligarquía financiera, que encabeza la lucha por la reconfiguración mundial en función de la acumulación de capital. Los distintos monopolios utilizan a los Estados y sus ejércitos en función de ganar la batalla por los distintos territorios a los cuales exportar capital financiero y de los cuales obtener distintas materias primas. Estos son los momentos del capitalismo en el surgimiento del imperialismo.

Hoy en día aquello que visualizaba Lenin como las características principales de una época imperialista ha llegado a límites que posiblemente él no podría imaginar, la concentración de la producción y el capital ha alcanzado niveles impensados. En relación al capital financiero, es visible cómo cada vez más se nos convierte en una sociedad mundial financiera, a través de todas las vías posibles, se da una bancarización y penetración de este capital en todos los espacios de la vida, todos los territorios. Los niveles de exportación de capital financiero en relación a la exportación de mercancías son tan altos como nunca se había visto, lo cual a la vez ha intensificado la lucha por la colocación de ese capital a través de las guerras y la creación de mecanismos internacionales. Todos los organismos internacionales que se han creado en materia económica no tienen ora finalidad que fortalecer el imperialismo en tanto que financiarización del mundo, son mecanismos de expansión imperial. El capitalismo global necesita consumir recursos como nunca, debe encontrar nuevas materias primas para su subsistencia.

La globalización ha demostrado no ser más que una etapa superior del imperialismo, tal como afirma Atilio Boron. Mientras algunos intentaron hacerla pasar como el fin de los conflictos y el surgimiento de un mundo multicultural basado en el diálogo, se ha demostrado que no es otra cosa que una etapa aún más feroz del capitalismo en su lógica de concentración, acumulación y expansión. Pero efectivamente, el imperialismo como fenómeno no es sólo económico, aunque ésta sea su raíz y fundamento, se expresa de manera directa en la política, en la cultura y en el entretenimiento, que teje las redes ideológicas que lo soportan.

Hemos intentado exponer algunas características del imperialismo, haciendo un hincapié en su naturaleza económica, en su vinculación fundamental con el capitalismo, en la medida en que queremos apuntar a que una batalla contra el imperialismo no se da sólo en el campo de las relaciones internacionales, ni siquiera en la defensa armada de un territorio si fuera el caso. Hay que tomar importantes decisiones económicas, porque son económicos los fines y la naturaleza de su accionar. La lucha contra el imperialismo es siempre, necesariamente, una lucha contra el capitalismo.
Manuel Azuaje Reverón

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