Los
movimientos sociales que apoyan al proceso bolivariano han
identificado múltiples síntomas de la situación crítica en la que
nos encontramos actualmente, pero así como los síntomas son de
variada índole parece que hay consenso en relación a la enfermedad
de la que éstos son señal. Tras 15 años de proceso político y de
transformaciones en distintos ámbitos, seguimos teniendo el Estado
Burgués, que mantiene y en algunos casos fortalece su propia lógica.
Pero no
sólo los movimientos han identificado éste cómo uno de los
problemas centrales, si no la raíz, de las dificultades que
afrontamos hoy en día. El gobierno nacional, desde el Presidente de
la República hasta ministros y voceros se han referido a la
condición burguesa del Estado, así cómo a la necesidad de avanzar
hacia otro Estado. En este sentido, parece haber un consenso mínimo
entre la base y la dirigencia política en relación al principal
reto que afronta el proceso bolivariano.
Como
sabemos, la identificación de un problema no viene acompañada por
su solución en casi ningún caso. La necesidad de transformar,
destruir o superar el Estado Burgués y en algunos casos el Estado en
general no es nueva, forma parte de las discusiones de la izquierda
casi desde su origen moderno. No nos planteamos en este corto espacio
solucionar un tema que ha hecho correr cantidades de tinta, así como
horas de práctica política y debates aireados. Sólo queremos
apuntar la existencia de una tensión qué creemos necesario tener en
cuenta.
El
Comandante Chávez recogía con frecuencia la afirmación del
militante e intelectual italiano Antonio Gramsci, respecto a ese
momento en el cual lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina
de morir. En ese sentido, nos parece que eso nuevo si bien no termina
de nacer ya da señales de vida, se van formando sus partes, se
visualiza el conflicto de su propia constitución. Mientras, lo que
aún no termina de morir, está vivo pero en aparente fase terminal,
debilitado enfermo y carcomido por dentro.
El Estado
Burgués está conformado por las instituciones acabadas,
definitivas, encargadas de sostener y representar los intereses de
clase de la burguesía, mientras que eso nuevo que nace expresa la
potencialidad vital del pueblo que se organiza en función de ejercer
el poder desde sí mismo, de crear los espacios propios donde se
expresen sus intereses, deseos y capacidad creativa.
Eso acabado
y definitivo que es el Estado en cuanto tal hoy en día, está
ocupado por fuerzas que empujan, o dicen empujar hacia su
transformación, al menos en su dimensión gubernamental. En la base
que apoya a ese gobierno se encuentran los movimientos y
organizaciones sociales, así como el pueblo mismo, que presiona
desde sus espacios para que esa transformación avance los más
radical y lejos posible.
De esta
realidad surge una tensión, entre lo establecido y la potencialidad
del pueblo. Una tensión que tiene un componente aparentemente
contradictorio, porque desde las instancias de lo establecido se
pretende aportar al fortalecimiento de la potencialidad, prestar
apoyo al surgimiento de eso nuevo, a la vez que se aspira a la
transformación de las propias instituciones que conforman ese Estado
desde adentro. Todo esto resulta en un proceso de difícil
caracterización.
Una ilustración de esta tensión la podemos ver en el discurso y la práctica que llama a hacer más eficiente al Estado, lo cual podría permitir combatir mejor la corrupción y el burocratismo, pero a la vez llama a dar pasos a un nuevo Estado, impulsando nuevas formas de organización. Con lo cual parece que el Estado Burgués se fortalece cuando el horizonte es su propia transformación
Una ilustración de esta tensión la podemos ver en el discurso y la práctica que llama a hacer más eficiente al Estado, lo cual podría permitir combatir mejor la corrupción y el burocratismo, pero a la vez llama a dar pasos a un nuevo Estado, impulsando nuevas formas de organización. Con lo cual parece que el Estado Burgués se fortalece cuando el horizonte es su propia transformación
Uno de los
legados principales del Comandante Chávez ha sido las comunas, como
horizonte posible en la transformación social necesaria. En su
campaña presidencial fue reiterativo respecto al hecho de que
nuestro futuro se juega entre “Comunas o Nada”. Pero el legado
está por hacer, las comunas cada día cobran más fuerza en el país,
con sus propias contradicciones, el reto histórico es demostrar que
realmente pueden ser el espacio para avanzar hacia una sociedad más
allá del capitalismo.
En esta misma medida se expresa la tensión,
porque desde el Estado, desde el ejercicio del gobierno el Comandante
Chávez propuso, la que a su juicio representa la alternativa al
Estado Burgués y al capitalismo. De manera que desde lo establecido
se da una apuesta a la potencialidad de la fuerza transformadora del
pueblo.
Es decir, mientras que desde el Estado se ha impulsado la organización popular, lo cual no quiere decir creado, porque ya existe en potencia en las luchas comunitarias, desde las comunas empieza a aparecer la alternativa a ese propio Estado. Con lo cual se genera una dinámica compleja, atravesada por múltiples contradicciones y conflictos.
Es decir, mientras que desde el Estado se ha impulsado la organización popular, lo cual no quiere decir creado, porque ya existe en potencia en las luchas comunitarias, desde las comunas empieza a aparecer la alternativa a ese propio Estado. Con lo cual se genera una dinámica compleja, atravesada por múltiples contradicciones y conflictos.
La
transformación del Estado se juega en esa tensión entre la
potencialidad creadora de las comunas como forma auténtica, que aún
tiene mucho por decirle a la historia política de la humanidad y la
institucionalidad de ese Estado ocupada por quienes sostienen,
aparentemente de manera sincera, ser aliados en ese proceso creativo.
Manuel Azuaje
Reverón.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario